Los criminales corruptos

Eduardo Durán

Se reúne en Londres la cumbre contra la corrupción en donde participan importantes figuras de la comunidad internacional, con la intención de buscar herramientas que permitan combatir este flagelo que se apodera del mundo y que raponea los recursos de los más débiles, que siempre resultan ser los afectados, pues cuando los dineros desaparecen, la salud queda aplazada, los programas alimenticios no llegan, la educación sigue en lista de espera y la infraestructura para el desarrollo no se puede realizar.

Tres cosas causan este horrible mal: la falta de justicia, la condescendencia en las esferas públicas y la indiferencia ciudadana.

Lo que se acuerde en ese foro tiene que estar dirigido a combatir esos tres factores, con herramientas claras que permitan castigar ejemplarmente a todo aquel que incurra en una práctica dolosa que involucre los recursos del estado, que son los mismos que los ciudadanos han aportado con sacrificio y abnegación, con la esperanza de que se les devuelvan en obras y en servicios.

La función pública tiene que rescatarse como un instrumento eficaz para administrar los recursos comunitarios, a donde deben llegar los ciudadanos más capaces y probos, dispuestos a prestar un servicio a su comunidad.

Hay que acabar de una vez por todas esa práctica que se ha impuesto, en donde el Estado es considerado un botín con una clara oportunidad para usurpar recursos y hacerse rico de la noche a la mañana.

Los estados deben diseñar unos escenarios de medición, para poder estar en condiciones de comprobar la eficiencia de los dineros y la transparencia en todas las actuaciones de los funcionarios encargados del manejo de los mismos.

Y en todo ello, necesariamente hay que pensar en la vinculación de los ciudadanos a los procesos de control y vigilancia, para que no sea posible el desvío de los recursos.

Figuras como la urgencia manifiesta y la segmentación de los contratos, están desangrando los presupuestos públicos, pues a ellas se acude cada vez que se quiere dirigir una mala intención que permita la apropiación indebida de los dineros estatales.

Resulta increíble, que entre más pasa el tiempo, la corrupción más se afianza. Y como decía cierto personaje de la televisión ¿Quién podrá defendernos?.

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