Un monstruo inatajable

Eduardo Durán

A veces en la televisión solemos encontrarnos con series en donde la fantasía crea monstruos de la más extraña y abominable apariencia, que producen toda clase de destrucciones y que ninguna fuerza es capaz de detener, así se usen las armas más sofisticadas y certeras que uno pueda imaginar.

Traigo a cuento este comentario, para expresar una comparación con lo que pasa actualmente con el fenómeno de la corrupción en Colombia. La noticia que nos da la Contraloría General, con que nos informa que las condenas por malos manejos en el país ya superan los 14 billones de pesos, realmente nos señala que el fenómeno de la corrupción es un monstruo de mil cabezas que se ha vuelto, como aquellos de la televisión, imbatible.

No hay edición de un diario ni emisión de un noticiero en la que no se traiga a cuento un nuevo hecho de desfalco a una entidad estatal, con las catastróficas consecuencias, no solo para el erario, sino además para los ciudadanos que automáticamente quedan defraudados y yo diría que estafados, pues son ellos los que tienen que trabajar arduamente para pagar los impuestos que van a nutrir las arcas del Estado.

El mismo informe nos dice que hay casi tres mil personas señaladas de estas defraudaciones, pero que no se puede hacer nada porque ellas se han cuidado de no poner bienes a su nombre y por lo tanto no hay cómo perseguir activos para responder por los delitos causados.

Esta situación nos señala graves fallas en varias instancias: en primer lugar, los sistemas de contratación son en su mayoría amañados y no responden a procesos claros y transparentes, fáciles de supervisar. En segundo, los mecanismos de control son demasiado lentos y no disponen de herramientas rápidas y efectivas para detectar las fallas en los procesos. En tercer lugar, la justicia ordinaria es aún mas lenta y cualquier juicio en estas instancias demora tanto, que al final las pruebas desaparecen y los bienes sustraídos terminan en testaferros, en donde es imposible perseguirlos en una acción de recuperación. Y en cuarto lugar, la vigilancia ciudadana no se facilita como debe ser, lo que hace que la contratación camine a sus anchas utilizando toda clase de instrumentos perversos en los subfondos de la administración pública.

En esos frentes es en los que al país le urgen reformas drásticas, pues no es posible continuar apreciando este clima de corrupción en medio de las más absolutas iniquidad y desvergúenza.

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