La responsabilidad de conducir

Eduardo Durán

Los análisis sobre el desempeño de las ciudades, dejan siempre un preocupante registro con relación a los accidentes de tránsito y a las consecuencias que estos tienen en la pérdida de vidas, en las lesiones causadas, en las congestiones vehiculares y en el desorden en general.

Esta situación merece ser evaluada con detenimiento, pues ese caos no es más que el producto de la incompetencia de muchas urbes para lograr un orden que permita el funcionamiento armónico de las cosas.

Sabemos que se requieren nuevas vías, que los sistemas de semaforización deben ser modernizados y que la ciudadanía requiere de capacitación para que se le pueda exigir un comportamiento lógico y consecuente con cada uno de los actos que realiza.

Pero no podemos perder de vista que el ejercicio de conducir, debe ser un arte. Un arte aprendido rigurosamente para que se entienda el verdadero sentido de las señales de tránsito, para que se comprenda el uso lógico de las vías, para que se asimilen los derechos de los peatones, para que se entienda la utilización racional de los espacios públicos.

En las calles observamos permanentemente cuadros dramáticos de conductores de carros y de motocicletas que pareciera que el pase se lo hubieran expedido por correo, o por internet, pues su comportamiento no corresponde al de una disciplina aprendida y practicada en términos de conocimiento y respeto.

El espectáculo que dan nuestras calles da grima, y en nada corresponde al orden que se observa en otros países, donde caminar por las calles es la experiencia de un verdadero deleite, que envuelve toda clase de emociones positivas, en donde el orden y el respeto reinan en todo el ambiente citadino.

El pase debe ser un documento que cueste sacrificio, que sea el resultado de la confirmación de una idoneidad de alto nivel para adquirir un derecho a conducir un vehículo, y para aprender a respetar los derechos de los demás.

Y debemos agregar que las faltas deben aplicarse con suspensiones de la licencia por periodos considerables, tal como se hace en otras latitudes, y en todo caso debe crearse la conciencia de que una omisión en verdad cuesta y que se llegue a entender que el privilegio de conducir un vehículo es un honor ganado con sacrificio y forjado en la responsabilidad.

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