Para que el crecimiento se produzca hay que impactarlo de manera efectiva y certera. La Andi ha propiciado un espacio de reflexión sobre el tema y convocó a dos expertos, Andrés Cadena y Nicolás Grosman para analizar los factores preponderantes en esta materia, fundamental para que el país alcance niveles mucho más ambiciosos que le permita exhibir cifras más ponderadas hacia el efectivo crecimiento.
Uno de los mayores obstáculos que tienen las empresas en Colombia es el conformismo con los niveles de producción y la resistencia al cambio, cuando precisamente el mundo se transforma a unas velocidades insospechadas, en donde lo que es válido hoy, mañana ya está obsoleto.
Esas velocidades que exigen los tiempos modernos tienen que estar representadas en mentes dinámicas, poseedoras de una enorme energía que les permita vencer obstáculos, asimilar nuevos conceptos y allanar caminos novedosos y directos para alcanzar objetivos.
Colombia ha experimentado en los últimos años un crecimiento modesto, que si bien es cierto no es calamitoso frente a otras economías que presentan índices negativos, sí requiere un dinamismo muy superior que le permita abordar metas mucho más ambiciosas, pues los actuales indicadores son apenas regulares y en riesgo de empeorar si no es posible imprimir una fuerza renovadora y emprendedora que invite a la transformación.
Existe un factor que todos los empresarios deben tener muy presente en sus mentes y además estar en capacidad de imprimirlo en cada uno de sus funcionarios: el valor agregado que debe tener su actividad, para que este se vea reflejado en el producto que entregan al consumidor, que sabrá apreciar de inmediato que eso que recibe es diferente, de mejor calidad, de mayores beneficios y de mayor confort para sus expectativas. Para lograr ese objetivo, es necesario pensar en varios factores: en primer lugar en la capacitación óptima que permita un conocimiento sostenible; en la capacidad para innovar; en las condiciones para desarrollar técnicas en las mejoras de la productividad; en el dominio y aprovechamiento de las tecnologías que permitan sofisticar procesos y tener acceso a la conectividad para asegurar sus clientes, y en la posibilidad de desarrollar herramientas de medición que permitan establecer ese valor que se agrega al producto en cuanto al tamaño y tiempo en que se logra.
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