La educación superior retrocede

Eduardo Durán

El análisis revelado en los últimos días que da cuenta de la manera cómo se han disminuido los cupos para el acceso a la educación superior, preocupa sobremanera.

Cuando un país que experimenta crecimientos apreciables de su población, encuentra que el acceso a la educación no guarda las proporciones requeridas, quiere esto decir que los esfuerzos en la formación del talento humano no son suficientes y que la población está perdiendo espacio para poderse incorporar a los escenarios del conocimiento.

Cuando veníamos de un lamentable panorama en donde el 50% de la población no podía tener acceso a la educación superior, y nos encontramos con que la última medición establece que hubo un 7,9% menos de matriculados, nos enfrentamos a un hecho que reviste una enorme gravedad.

Si el país no está en condiciones de ir cerrando la brecha para brindar oportunidades de educación a su población, quiere esto decir que estamos retrocediendo frente al espectro de oportunidades que el ser humano debe tener para poder cumplir con sus expectativas de vida, y que la propia Nación está perdiendo espacio para poder afrontar los niveles de crecimiento y de mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.

Aquí es cuando se deben prender las alarmas para que el aparato educativo de Colombia pueda repotenciarse en el menor tiempo posible, no solo garantizando el acceso a la educación superior de todos aquellos estudiantes de buen desempeño, con mayores recursos para el programa de Generación G (antiguo Ser pilo paga) sino ofreciendo mayores oportunidades de financiación a través del Icetex, para disponer recursos de crédito a todo el que quiera acceder a la educación, sin contar con el dinero que implica pagar una matrícula.

Pero es también el caso de poder financiar la ampliación de la cobertura de la universidad pública, para que allí se puedan ofrecer cupos adicionales que satisfagan la demanda de los jóvenes sin recursos.

En este tema juegan las cifras, y si no existe un presupuesto generoso y acorde con lo que implica el costo de una mayor cobertura, las estadísticas nos seguirán dando desagradables sorpresas, a costa del deterioro del capital humano del país.

Las cifras están dadas y todavía estamos esperando la respuesta a este fatídico interrogante.

 

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