La ignorancia atrevida

Eduardo Durán

En un país pobre como el nuestro, en donde las necesidades se perciben a flor de piel, nos produce un profundo escozor, el saber por boca del propio Contralor General de la República que existen guardados $15,6 billones, correspondiente al 54% de los recursos de regalías, que las regiones dejaron de invertir en los años de 2017 y 2018.

Semejante suma, guardada, no indica otra cosa que la falta de iniciativa y de planeación, cuya responsabilidad cabe de manera directa en cabeza de los gobernadores y alcaldes implicados.

Es una lástima que en este país no exista una ley que permita juzgar también a los responsables de no cumplir con sus funciones; a todos aquellos a los que el puesto les queda grande, que se hacen elegir con miles de promesas para sus electores y llegan a los cargos y no son capaces de cumplir con sus obligaciones, ni siquiera teniendo la plata guardada esperando su ejecución.

Es decir, la ineptitud imperando por sobre todo, pues pareciera que a la mayoría de los mandatarios les interesa más estar en convites, disponibles para la adulación y la fanfarronería, y no dedicados a cumplir con el deber para el cual fueron elegidos.

$15,6 billones, constituye una cifra descomunal con la cual se pueden construir hospitales, colegios, acueductos y vías públicas, que muchos gobernantes laboriosos y creativos aprovecharían sustancialmente, pero que en manos de la irresponsabilidad y del desgano, seguramente combinados con una alta dosis de pereza, hace que la ineptitud de los funcionarios sea la que impere y que las regiones continúen en el atraso, así cuenten con los dineros para hacer las obras.

Tanto que hablamos en este país de reformas al Sistema General de regalías, y cada vez que se produce un informe quedamos pasmados frente a esos pelmas encargados de ejecutar los recursos, que no son capaces de responder ante los cuestionamientos.

Nos parece que Planeación Nacional debe intervenir muy profundamente en el tema, pues el gasto en las regiones debe ir acompañado de proyectos de inversión, cuyos trabajos nunca se despliegan porque todo lo que huela a requerimiento técnico, no funciona en la mayoría de regiones, en donde se quiere que el gasto de haga sin ninguna limitación, y solo al capricho de los ordenadores.

Esa enorme riqueza que se produce vía regalías, no puede seguir funcionando de esa manera, mientras que el país entero se ahoga en medio de grandes y angustiosas necesidades.

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