Felicidad Interna Bruta (FIB): La verdadera riqueza de una sociedad

“El PIB mide la producción de bienes y servicios en un periodo determinado, pero de ninguna manera considera los costos ambientales o sociales del desarrollo. Deja afuera la dimensión humana y se concentra en el crecimiento económico”(1).

Al igual que el indicador de Producto Interno Bruto (PIB), existe un indicador que muestra el grado de felicidad en el que se encuentra una sociedad, y este indicador es el resultado de una vida que no sólo depende de un crecimiento económico sino que se complementa con el desarrollo y bienestar de una sociedad. Un Desarrollo sostenible e igualitario que garantiza la preservación y promoción de valores culturales, la conservación del medio ambiente,  y lo cual se logra con la gestión que realiza un buen gobierno. Este término, que hasta ahora se está dando a conocer en países con grandes desarrollos económicos, tiene su origen en el pequeño reino de Bután (Himalaya) que desde 1972 se pensó en  este concepto para medir realmente la calidad de vida como respuesta a tantas desigualdades de un país, “hay quienes dicen que no hay escasez de alimentos en el mundo, pero la gente pasa hambre. En algunas partes hay pobreza, mientras en otras hay un despilfarro y un consumo excesivo”. De esta forma, se está empezando a cambiar un paradigma que tradicionalmente se ha venido manejando y es el cómo los grandes estados miden realmente su riqueza, más allá de un consumismo y materialismo. Una iniciativa muy válida que apunta hacia este tipo de medidor de bienestar  lo vemos en el desarrollo de los Objetivos del Milenio (ODM), que se plantearon con el fin de tratar problemas de la vida cotidiana que se consideran graves como: la pobreza extrema, el hambre, el acceso a la educación, las enfermedades de transmisión sexual, la mortalidad infantil y materna, el sustento del medio ambiente, entre otras. Colombia inició este compromiso en el 2003 con su plan ‘Hacia una Colombia Equitativa e Incluyente’ en dónde a la fecha han logrado avances significativos, pero serán más los esfuerzos que se tengan que coordinar para llegar a su cumplimiento en el 2015 dónde su meta, por ejemplo, para erradicar la pobreza extrema y el hambre es al 28,55 por ciento por debajo de la línea de pobreza. Ser feliz, o no, es una cuestión personal al igual que decidir qué es lo que quiere para la vida. Nada se considera un proveedor directo de la felicidad más que uno mismo, pero si los gobiernos se aseguraran de cubrir las necesidades básicas y garantizar oportunidades de desarrollo para las personas, se podría de cierta forma estimular al desarrollo de una vida feliz. 

(1)  JIGME Y. THINLEY Primer Ministro Reino Bután.

Credito
RAFAEL HERNANDO DE LA TORRE GARCÍA

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