El tendero de la esquina

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Fenalco es perfectamente consciente de que, así como apoyamos el espíritu empresarial que se palpa en el comercio moderno, también debemos propender por el mejoramiento y la modernización del pequeño comercio, del tendero de barrio, el mismo que cual soldado desconocido surte a la base de la población.

El tendero de la esquina, en Ibagué, en Guaduas, en Barranquilla, en Ipiales, en Miraflores, en toda Colombia, es el que hace las veces de banquero de los pobres, consejero matrimonial, psicoanalista, y hasta buen vecino como el policía de nuestra niñez.

Es en la tienda donde se reúnen algunos vecinos, tras una ardua jornada de trabajo, a comentar el acontecer nacional y local, a hablar bien o mal del técnico de su equipo de fútbol o a analizar el capítulo de la telenovela de turno. En este sentido, la tienda hace las veces del Club de los pobres.

Una vez le preguntaron al presidente para América Latina de Coca Cola donde almorzaba regularmente y contestó: en la tienda del barrio, acomodado donde pueda, degustando un pan baguette con un pedazo de salchichón o de jamón o de queso, charlando con su dueño y aprovechando para darle algún consejo sobre la exhibición de los productos en los anaqueles. Porque es aquí donde están las ganancias de mi empresa.

La tienda de la esquina ostenta una alta participación en el mercado de bienes de consumo masivo.

Por su importancia económica y social es que el gremio de los comerciantes aboga ante las autoridades para que a estos microempresarios no se les impongan más trabas para desarrollar sus actividades.

Recientemente a algún mando medio se le ocurrió la genial idea de prohibir prácticamente la venta de aspirinas, curitas, pastillas Vick o algún descongestionante en lugares distintos a las droguerías.

Por fortuna, y gracias a nuestra intervención, se corrigió la norma. Líbranos señor de esos arranques de inteligencia.

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