Ibagué, ciudad sostenible

Jaime Fajardo Suárez

Es un propósito, una intención válida, pero una realidad que es necesario concretar y no seguir especulando.

Existe ya una idea global relacionada con la escasez de recursos, el aumento de la huella ecológica y el cambio climático causado por el exceso de emisiones de carbono; y la sostenibilidad de las ciudades o dentro de ésta misma jerga, el urbanismo ecológico, deben dar respuesta a estas inquietudes.

Es claro en este siglo que la mayor parte de la población del planeta habita en las ciudades, por lo tanto, se debe desarrollar una disciplina que permita aplicar un nuevo paradigma a las ciudades para que ofrezcan soluciones a esa población global, en su comportamiento acelerado con el consumo de los recursos disponibles.

El tema es de gran relevancia en los países industrializados y ricos donde es imperante reducir dicho consumo y las emisiones de carbono. Pero, en Ibagué, todavía existe el mito de un lugar preferido para vivir, un buen vividero, sólo que su potencial económico es paupérrimo (lo poco que poseía, se lo han robado las administraciones anteriores) y todavía en este campo no seduce.

Nuestra riqueza social y cultural seduce a quienes buscan otras oportunidades de inspiración, lo que ha permitido un hábitat total, es decir, existe la distinción entre ciudad y campo, trabajo y ocio, civilización y naturaleza, es un lugar donde todo ocurre simultáneamente. Nuestra ciudad tiene más que ver con sacarle partido a los estímulos mentales y sensuales y lo hacemos cuando nuestra ciudad florece y florece el amor. Cuando en la ciudad existía el “Concurso polifónico internacional de coros” las catedrales brillaban y los colegios desfilaban con alumnos que cargaban guitarras.

Para hablar de una ciudad realista habrá que aplicar múltiples estrategias, las cuales pueden ser contradictorias entre sí, pero que son necesarias. A modo de ejemplo: en lugar de establecer más cargas fiscales, se deben establecer incentivos fiscales para que exista inversión. La generación de empleo es la única variable económica que se debe propiciar. La construcción y su motivación es la mejor opción, pero está signada a la voluntad de otorgar licencias de agua que se encuentran constreñidas. El mejoramiento de la infraestructura siempre ha sido la constante de desarrollo, pero, nunca se ha implementado.

La clave del éxito debe ser entender la ciudad como un conjunto de infraestructuras que se deben implementar simultáneamente, son sistemas de ciudad que le dan la viabilidad requerida. Y si vamos a hablar de sostenibilidad, hablemos de economías de escala, de la reducción de consumo energía que lo único que ha logrado es enriquecer capitales foráneos.

Es totalmente válido e importante asumir el tema del reciclaje de aguas servidas, como el de utilizar el potencial de las energías renovables, pero en todo ello, la Arquitectura debe operar como la interfase de usuarios y medio ambiente. Los edificios deben ser la expresión de la transformación que debe operarse.

Y cuando hago referencia a la arquitectura, me refiero específicamente a la arquitectura vertical, climatizada sin límites de vista, con tecnología de punta y lo más importante, el manejo de la densificación como el verdadero criterio de la sostenibilidad. No invasión del espacio rural y generación de ciudades concentradas y no dispersas. Es un instrumento que en nuestro municipio debe familiarizarse.

Nuestro punto central debe por lo tanto ser, nuestro proyecto bioclimático y ambiental.

Y cómo se operativiza: 1.- A partir de la creación de empleos que estén relacionados con industrias sostenibles o de bajo impacto que han recibido estímulos fiscales por parte de la administración, para su establecimiento en la ciudad.

2.- Producción y uso de la electricidad a partir de fuentes renovables.

3.- Gestión del agua. Predicción de consumo de agua potable y consumo de agua para la agricultura.

4.- Gestión de residuos. Recuperación residual.

5.- Transporte y accesibilidad. Transporte masivo y modal.

Y lo más importante de este Ibagué sostenible, es su entorno y contexto ambiental que Cortolima ha protegido, consentido y reglamentado. El agua como elemento primordial ha generado un ordenamiento territorial que parte como debe ser, de nuestras cuencas hídricas. Desafortunadamente no contamos con un POT, que se encuentre a la altura y dignidad que nuestra ciudad se merece. Un POT, personificado, dirigido a intereses mezquinos y lo más grave de todo, no concertado, no construido con la gente sino impuesto por decreto.

Nos espera, nuestra cita con Hábitat III, Quito Ecuador, donde se adoptará una Nueva Agenda Urbana (NAU) que nos permita asumir nuevas estrategias que respondan a los desafíos de una época más urbanizada y donde el papel de nuestra ciudad va a ser imponente.

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