Ibagué, ciudad cohesionada e incluyente

Jaime Fajardo Suárez

Es a partir del ordenamiento territorial de nuestra ciudad, donde podemos establecer un nuevo marco y visión de una ciudad que esté centrada en los valores sociales y de sostenibilidad ambiental, que supere y deje atrás esa visión del urbanismo del siglo pasado, que suponía que el motor de desarrollo de las ciudades solamente era viable con los criterios de expansión de la ciudad.

El urbanismo se había centrado en regular y ordenar el desarrollo urbano; pero no, en planificar todas aquellas relaciones no sólo físicas, sino, sociales y humanas. El entorno físico debe permitir que se establezcan todos los mecanismos posibles que hagan que las relaciones sean más próximas, más personalizadas, más humanas, lo cual va a generar su evolución constante. Ese efecto de cercanía es la cohesión que debe existir entre los entornos urbanos y naturales, a pesar de la facilidad de las comunicaciones físicas y virtuales.

El centro de la ciudad de Ibagué, es de los pocos de ciudades, que aún permanece activo, por la característica única de desarrollar en su contexto todos los hábitats posibles.

Es el ápice de su morfología, donde se generó su fundación y por ende es el lugar del patrimonio tangible e intangible de la ciudad. Centro de actividades administrativas, financieras, económicas y comerciales de la ciudad. Lugar de desarrollo de la vivienda con sentido de densificación. Este centro está dotado de una estructura administrativa compleja, que ha permitido la correcta coordinación entre los distintos niveles administrativos, que ha facilitado la proximidad del ciudadano y a la vez se ha dotado a lo largo de su historia, de las herramientas de visión y planificación, para alcanzar los retos del mediano y largo plazo. El Centro de Ibagué es el Espacio de Cohesión. Plaza de Bolívar, Parque Murillo Toro, Plazoleta Darío Echandía, Parque Centenario, Plazoleta de la Música, etc.

Otro eje importante en nuestra ciudad es la calle Sesenta, que empezó a surgir a raíz de la especulación comercial, con los Malls o Grandes Centros Comerciales, de los cuales aún no tenemos certeza sobre su éxito comercial; pero que fueron desarrollados por la empresa privada ajena a nuestro medio. Es decir, su auge se planificó en Medellín o en Bogotá. No es otro centro de ciudad, es un punto de convergencia de actividades comerciales. No de relaciones sociales.

Las áreas de expansión de nuestra ciudad, lo he manifestado en todos los términos, no son el modelo viable, o sostenible de una ciudad amable; es el modelo anacrónico de una ciudad dispersa, que sólo es resultado de la especulación de los dueños de la tierra, que sólo persiguen la exclusión de las clases sociales, con su consecuente marginalidad de todo tipo de servicios sociales y donde se asientan los colectivos más vulnerables de la sociedad o los ghettos de la clase media arribista, encerrados en los famosos “condominios habitacionales”. En resumen; son los lugares del Montón de viviendas Apiladas.

Hagamos de nuestra ciudad el asiento de una sociedad multidimensional e inclusiva, donde se garantice la igualdad, donde se tenga acceso a la vivienda digna, donde preservemos el valor del Barrio y de la Comuna; que han sido los forjadores de la comunidad, específicamente de los entornos más frágiles y donde el Espacio Público y los Equipamientos garantizan su accesibilidad y la mejora en la calidad de vida.

Conservemos nuestros centros administrativos, conservemos la textura y los hábitats de nuestro centro de ciudad y densifiquemos y modernicemos sus actividades.

Con otras actitudes estaremos matando nuestro valioso centro de ciudad.

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