¿Y el poder para qué?

Ricardo Ferro

Esta semana mientras me encontraba en la Ciudadela Simón Bolívar, irrumpió una caravana de carros con vidrios oscuros y sirenas, que parecía sacada de una de las tantas ‘narconovelas’ que inundan la televisión colombiana. Como no se veían los rostros de los ocupantes, comenzó una sana discusión entre los presentes sobre los motivos por los cuales pasaron por allí estos extraños visitantes.

Es increíble como la conversación fue subiendo de tono y al poco tiempo ya el eje central de la misma involucraba a los políticos y sus promesas incumplidas.

Afloró entonces la indignación por los reiterados cortes de agua en el sector, por la creciente inseguridad, y por supuesto, por el descalabro de los juegos nacionales que tanto daño le ha hecho a los deportistas de la ciudad.

Fue entonces cuando recordé la célebre frase de Darío Echandía “y el poder para qué”. proferida poco después de la muerte de Gaitán, el 9 de abril de 1948.

Y es que la frase “Y el poder para qué” se puede convertir, sin lugar a dudas, en la clase mas corta, pero a la vez mas contundente de política que pueda recibir un ciudadano para elegir acertadamente a sus gobernantes.

Por supuesto que casi 70 años después, “Y el poder para qué” debe analizarse mas allá de la coyuntura que vivía Colombia en esos momentos. Hay que considerar la fuerza que tienen estas cinco palabras unidas en cualquier Estado democrático.

En nuestro país es normal encontrar personas que sueñen con ser presidentes. Pero entonces citando al Maestro Echandía habría que preguntarles ¿y para qué? De forma tal que tanto quien tiene el anhelo de ocupar el cargo, así como quienes podrían votar por él, tengan claras las condiciones de ese mandato popular.

Hay que evitar elegir gobernantes que enceguecidos por la vanidad, los intereses económicos y otras razones mezquinas, terminen contaminando el servicio público. Es imperdonable que un ser humano desperdicie su vida buscando únicamente su propio beneficio. Pero es mas grave aun, que los ciudadanos malgasten su voto eligiendo personas que no tienen ningún propósito colectivo.

El mismo análisis aplica para un gobernador, un alcalde, así como un congresista, un diputado, un concejal y hasta un edil que no tenga claro el “para qué”. No basta con la preparación académica, ni las buenas intenciones, se requiere contar con un propósito colectivo.

Afortunadamente el mundo esta cambiando, y hoy más que personas con carrieles y maletines que se bajen de carros lujosos a repartir dinero en los barrios populares, lo que la ciudadanía está esperando son hombres de bien que sean capaces de administrar adecuadamente los recursos oficiales y que además tengan claras las necesidades de la población para que no lleguen a improvisar a los cargos públicos. Saque de Banda: En Ibagué mas que en ningún otro lado necesitamos enfocarnos en propósitos colectivos. La ciudad se lo merece.

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