Más agua y más oxígeno para Ibagué

Ricardo Ferro

Desde hace un año hago parte de un proyecto liderado por campesinos de Cay y la Cascada que busca reforestar las cuencas hídricas en Ibagué.

Hoy, 365 días después, orgullosamente puedo reportar la siembra de más de cinco mil árboles en el Cañón del Cay con una clara intención: defender el recurso hídrico y ayudar a que nuestra ciudad sea más sostenible ambientalmente.

En los dos últimos siglos, el crecimiento de la población ha llevado a límites insostenibles la demanda de recursos y la presión sobre áreas naturales vulnerables. El calentamiento global ha sido el responsable de la aniquilación de miles de hectáreas de bosques: la deforestación amenaza ecosistemas estratégicos, como la selva amazónica, y la extinción de especies ha sido una de las consecuencias de esta situación.

En respuesta a todo esto, el Pacto de París busca mantener el aumento de la temperatura en este siglo muy por debajo de los 2 grados centígrados. ¿será suficiente? Imaginémonos como cambiarían los diversos climas que tenemos dentro del territorio ibaguereño en tres siglos aun cumpliendo metas como esa: difícilmente cualquier ciudad del mundo conservaría su encanto, su fauna, su flora y su habitabilidad para los seres humanos con una temperatura 6 grados superior a la actual. Tenemos que ser conscientes que nos estamos jugando la vida.

En el ámbito nacional, hemos tenido algunos avances, aunque tímidos. Por ejemplo, se ha tomado como política de Estado el mantenimiento de grandes reservas forestales, apuntándole también al mantenimiento y a la preservación de las fuentes de agua alojadas en los páramos. Sin embargo faltan muchas más acciones, entre ellas algunas pedagógicas y otras punitivas. Sin duda combatir activamente a los grupos armados ilegales es favorable para el medio ambiente, pues actividades como la minería ilegal y los cultivos ilícitos son grandes generadoras de contaminación.

Ibaguereños: más allá de lo que hagan los líderes mundiales, a los que con toda certeza la humanidad entera tendrá que presionar para proteger el planeta, y de las medidas de alcance nacional, no perdamos de vista que también podemos cuidar al planeta con nuestra participación activa en la toma de decisiones de los gobiernos locales y con nuestra conducta personal. En pleno Siglo XXI toda ciudad debe tener una planeación seria en temas ambientales, con metas ambiciosas, conocimiento experto, y sobretodo, unas amplias instancias de participación ciudadana para que la comunidad pueda contribuir al desarrollo sostenible del territorio.

Es un tema que claramente no se puede ignorar y que debemos exigir sin timideces. Pero, al tiempo, debemos tener un compromiso personal: de nuestras acciones diarias y del compromiso ambiental de nuestras familias también dependen nuestro presente y nuestro futuro: si siguiendo el ejemplo de este puñado de campesinos de Cay y la Cascada, en cada uno de nuestros hogares impulsamos la reforestación y el consumo responsable, estaremos haciendo una contribución innegable a Ibagué y a toda la humanidad.

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