De ‘predialazo’ a ‘conejazo’

Ricardo Ferro

La historia del ‘predialazo’ comienza con un convenio de más de nueve mil millones de pesos que celebró la Alcaldía con el Agustín Codazzi. Fue evidente como con la excusa de la actualización catastral, resultaron con puesto familiares y amigos de políticos cercanos al alcalde Jaramillo.

Con una escogencia poco técnica del personal y una cuestionable capacitación, los resultados fueron predecibles: ¡un desastre completo!

Aumentos de más del 700% en viviendas de estratos bajos y como por arte de magia, inmuebles de El Vergel que terminaron pagando menos impuesto predial y cuyos propietarios o mejor: cuyo propietario es ni más ni menos que el mismo hermano del Alcalde.

Así las cosas, el pueblo se rebotó y se manifestó en la Plaza de Bolívar en un histórico ‘cacerolazo’ al que asistieron cerca de 30 mil ibaguereños que quemaron recibos y corearon cosas tan graves como “Jaramillo, pillo, pillo”.

Con semejante presión ciudadana, a Jaramillo no le quedó de otra que presentar un proyecto de acuerdo al Concejo con el cual se echará para atrás esa actualización catastral espuria inicialmente aprobada y solo se aumentará en un 3% el impuesto predial en el 2018.

El Concejo municipal aprobó rápidamente el proyecto presentado por Jaramillo, y para sorpresa de todos, ahora el Alcalde está echándose para atrás en su sanción.

¡Hacerle conejo al pueblo no es una opción! Sería muy grave para los ibaguereños tener que pagar un impuesto predial que a todas luces no se corresponde ni con la realidad inmobiliaria de la ciudad, ni con la capacidad de pago de los ibaguereños.

Pero no me quiero quedar solamente en el tema del ‘conejo’ que pretende hacerle Jaramillo a los ibaguereños.

Quiero aprovechar este espacio para hacer alusión a la necesidad que tiene Colombia de bajar los impuestos para poder subir salarios y formalizar empleo.

La carga tributaria actualmente está ahogando a nuestros empresarios. En solo Ibagué en el 2017 se cerraron dos mil empresas (Dato Cámara de Comercio).

En tal sentido, si en lugar de tener que pagar unos impuestos excesivos que terminan en manos de los corruptos, los empresarios pueden subirle los salarios a los trabajadores y adicionalmente se pueden formalizar cuatro o cinco millones de empleos, no será necesario subir la edad de jubilación en Colombia.

Con una mejor capacidad adquirida de los trabajadores, podremos avanzar en temas fundamentales como adquisición de vivienda y mejoría en la calidad de vida.

Los más facilistas piensan que la única alternativa es que la gente ya no se pensione a los 62 años, sino a los 65, después será a los 68 y así sucesivamente. También se habla del aumento de los aportes para pensión. Bajando impuestos y subiendo salarios la única que se afecta es la corrupción. Porque es la que pierde en la operación. Trabajadores, empleadores se verán beneficiados y el dinero circulará en mayores cantidades en el territorio.

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