Un cambio prioritario

Cicerón Flórez Moya

No son pocos los colombianos que repudian la política. Sienten hastío. No creen en nada ni en nadie. Desconfían de todo y ponen en el mismo nivel de rechazo a quienes están en el servicio público en diferentes funciones. Tienen el peor concepto de los miembros de las corporaciones públicas y descalifican por igual los actos oficiales.

Ese escepticismo es producto del mal comportamiento de los que manejan el Gobierno y, en general, el poder. Con esa visión tan negativa un alto porcentaje de ciudadanos se abstiene de participar en las elecciones.

La corrupción, los malos resultados que muestran las entidades de Gobierno, la recurrencia de los problemas de todo orden y el vacío generalizado del Estado, contribuyen a que cada vez sea mayor el distanciamiento con el cotidiano ejercicio de la política.

Pero ese distanciamiento no lleva a ningún correctivo. Por el contrario, deja las cosas en el mismo punto. No hay quien responda.

De otra parte, hay ciudadanos que ayudan a las malas prácticas de la política, con la venta de su voto o la complicidad en actos repudiables.

Ante ese descarrilamiento se impone una reflexión. Hay que cambiar. Hay que imponer el ejercicio ético de la política. No es un negocio de compraventa. No está hecha para la picardía. Su esencia es el debate de las ideas, el manejo de Gobierno. Y para que sea una fuente de irrigación de la democracia se requiere la participación de los ciudadanos a fin de que ejerzan veeduría sobre la administración y con un pensamiento crítico se opongan a lo que puede ser perjudicial.

No hay que distanciarse de la política. Hay que asumirla como parte esencial de la vida. Porque es la que trazará rumbos colectivos.

Si hay participación popular en la política se fortalecerán los partidos y por consiguiente dejarán de ser nidos de tránsfugas y de oportunistas a la caza de beneficios ilícitos. La indiferencia, que es una descalificación, no resuelve nada y deja las manos libres a los malos hábitos. Entonces hay que ganar espacios y tomar la delantera en la lucha contra la distorsión.

Si la política se ejerce en función del interés general, si se le quitan las trampas fraudulentas, si se les cierra el camino a los traficantes de negocios turbios, si hay rigor en el estudio de los problemas públicos, los resultados serán positivos y la democracia tendrá mayor dinámica y será barrera contra las violencias, las mezquindades, la desigualdad y la pobreza.

Este 2018 que será un año electoral en Colombia debiera tener como énfasis el compromiso de cambios que se requieren con urgencia y que son esenciales para la consolidación del acuerdo de paz. Eso es parte de la política y debe tener cumplimiento cabal.

Puntada

Los candidatos al Congreso y a la Presidencia de la República, en campaña, deben asumir el compromiso de estudiar con rigor los asuntos de mayor interés público a fin de que tengan claridad cuando les corresponda manejarlos. Ni el populismo, ni la demagogia, ni la improvisación les servirá. Es mejor que estudien y tengan capacidad de comprensión.

Comentarios