Las élites dogmáticas

Con investidura de ministra de salud la médica Carolina Corcho fue protagonista de la construcción y defensa de uno los proyectos bandera del presidente Gustavo Petro, como es el de la salud. Puso su conocimiento, su experiencia, su convicción de la necesidad de darle vigencia a un derecho fundamental en función de tal iniciativa. Pero la oposición tóxica de los aferrados al modelo neoliberal buscaron asfixiarla y marginarla. Finalmente fue reemplazada con la intención de facilitar el trámite de la reforma. Una concesión generosa en la perspectiva de alcanzar el objetivo de garantizarle a los colombianos unos servicios de protección de la vida.

Tregua bilateral y algo más

Con más de medio siglo de violencia recurrente, generada por diferentes actores armados, unidos bajo el común denominador del menosprecio por la vida, Colombia es una nación lacerada de víctimas en forma extrema.

La barbarie recurrente

Desconcierta, por decir lo menos, la repetición de actos criminales atroces por parte de las llamadas “disidencias de las Farc”.

Mucho más que una utopía

La semana pasada se realizaron en Cúcuta varios actos que tuvieron como finalidad el estudio de asuntos de la región relevantes en su historia, o reconocidos como posibilidades de interés colectivo.

Negación de la democracia

Para los dogmáticos heliotropos del establecimiento cualquier iniciativa de cambio que busque corregir los desatinos acumulados en el manejo de Colombia, es estigmatizada con el señalamiento de línea roja. Todo les parece que “afecta la institucionalidad” o que es una forma de acabar “con lo que ha funcionado bien”. 

La violencia política en Colombia

En Colombia el sectarismo partidista ha obrado como determinador de la violencia política. Pero no es un sentimiento ajeno a la defensa de los intereses de quienes tienen el manejo del poder o, en general, del establecimiento. Matar al adversario puede estar relacionado con una causa, no siempre visible, articulada a privilegios que representan activos particulares de alcance económico o social. Todo eso está calculado con anticipación y de su manejo se encargan servidores amaestrados en esos ejercicios de imposición agresiva, en la medida que se requiera y conforme a lo dispuesto.

La desastrosa herencia

Los diversos problemas que han afectado a la nación, a partir de su constitución como república o Estado supuestamente con independencia y soberanía, tras haber salido de su condición de colonia del reino de España, no aparecieron de repente. Provienen de vicios consentidos por los gobernantes de turno, los cuales se reprodujeron al vaivén de intereses articulados al poder.
Los desmanes de la conquista, con abusos de autoridad, violencia contra los indígenas y los esclavizados de raza negra, la rapiña para apoderarse del oro y otros recursos naturales, se hicieron constantes en la gestión de quienes estaban investidos de algún mandato.

La cultura también cuenta

Nada justifica la subestimación de la cultura en los programas de gobierno, de los partidos, de la empresa privada o, en general, de las organizaciones que en alguna forma tienen relaciones con la comunidad o ejercen influencia sobre la misma.

La perversidad de mentir

El discurso adobado de mentira para engañar y desorientar, se convirtió en recurso recurrente de no pocos dirigentes colombianos. Y no solamente de dirigentes de nivel medio sino de los de alto nivel, aquellos que tienen influencia en la nación por sus funciones relacionadas con el manejo del poder.

Oscurantismo político

Los vicios consentidos en el ejercicio de la política en Colombia le han restado capacidad funcional a la democracia. Se ha creído que con las elecciones basta, sin tomar en cuenta que estas también están contaminadas de las restricciones impuestas por quienes han manejado el poder en función de sus intereses mezquinos.