El no saber qué hacer

Juan Manuel Galán

En los últimos días se han visto fracturas entre los votantes del No y quienes dicen llamarse sus legítimos voceros. Recientemente, Tania Parra, representante de la Fundación Fuimos Héroes, afirmó que las propuestas del Centro Democrático no los representan. Esta fundación, que agrupa a más de 6.000 uniformados, muchos de los cuales han sido condenados o procesados por ejecuciones extrajudiciales, explicó que el llamado “alivio judicial” propuesto por el expresidente Uribe no brinda las mismas garantías que la justicia transicional contemplada en los acuerdos de La Habana.

En particular, Parra cuenta cómo la negación de la existencia de un conflicto interno armado durante muchos años en Colombia provocó que la mayoría de los procesos de los militares fueran investigados y juzgados en el marco de los Derechos Humanos y no del Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Así, por ejemplo, muchas muertes ocurridas en combate o como consecuencia de la acción del enemigo fueron investigadas como homicidio simple a la luz del Código Penal y no de las normas del DIH. Esta situación demanda un tratamiento diferenciado que incluya temas como presunción de legalidad, seguridad jurídica, reclusión en cárceles militares, revisión de sentencias, esclarecimiento de los hechos y responsabilidad en la cadena de mando, entre otros.

La propuesta de Uribe, según Parra, priva a los agentes del Estado de estos puntos que sí están contenidos en los acuerdos de justicia transicional. Sumado a esto, el sociólogo y antropólogo Francisco Gutiérrez Sanín ha denunciado que en el tema agrario, algunos miembros del Centro Democrático quieren reemplazar el cuidadoso resultado obtenido en La Habana por temas como la legitimación del despojo. Frente a esta propuesta, también encontramos serias fracturas en los partidarios del No.

En conclusión, podemos ver que los autodenominados representantes del No no solo se han dedicado a presentar objeciones al acuerdo sin propuestas concretas para superar sus vacíos, sino que ahora aparecen con una numerosa bolsa de soluciones que no son aceptadas por el electorado. Estas guerras internas fracturan coaliciones y retrasan consensos entre los equipos.

Por eso, es necesario estar atentos a contrarrestar los egos desmedidos y la competición interna, para fortalecer en contraste una línea de trabajo en la que prime el altruismo colectivo sobre la realización individual. La guerra no deja sino odio, dolor y muertos, y estoy seguro de que todos queremos acabar prontamente con esa película de horror. Por tanto, debemos encontrar un ideal superior que permita transcender las divisiones internas entre partidos y la desconexión con su electorado. Ese ideal es la paz.

*Senador

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