¡Buen viaje Alfonsito!
Lo conocí tardíamente, era el día en que él y su familia sepultaban a su abuela paterna. Aterricé en Chaparral y fue la primera persona que vi. Me saludó efusivo. Tenía Alfonso un don, un talento natural para conectarse emocionalmente con la gente de manera instantánea. Su tono de voz, su risa, su sentido del humor, su disposición permanente, generosa de siempre atender, ayudar a los demás, apoyar y resolver los problemas ajenos como propios.