Berracundeo: Llegan acuerdos

Dormía a los pies de mi bisabuela disque porque era el consentido de ella. Rezábamos al acostarnos, al levantarnos y cuando le llevaba la taza con panela raspada y la bajada de la vaca negra que el abuelo tenía para mamá Anita. De las oraciones solo recuerdo el sonsonetico que le ponía, como tratando de ponerle música al rezo.

Todos los días la acompañaba a la primera misa, algo que me gustaba porque me agradecía la llevada del reclinatorio con cosquillas y una tierna sonrisa que la acompaña aún cuando se me aparece en sueños.

Alta, delgada y derecha, siempre consintiendo sus nietos que no podíamos tocar un durazno, ni una manzana de los árboles que sembró mi tío Chucho para mamá Anita. Esos palos eran tan sagrados como los pichones de las palomeras que tenía en el ordeñadero y en la finca. Todos para el caldo de la bisabuela.


Desde esos días me gusta el arrullo de los palomos cuando llueve y la casa tiene techo de zinc. No sé porqué ese arrullo lo asimilo al sonsonetico con que mi bisabuela entonaba las oraciones. De pronto es un pretexto para buscar su compañía con esa sonrisa que no la encontré una mañana que baje al ordeñadero con la taza con panela raspada a recoger la bajada de la vaca negra. Subí a la pieza, le ofrecí la leche y no me respondió. Le cogí la cara para despertarla y la sentí fría.


Llamé a mi abuelo Manuel quien le cerró los ojos y me dio un fuerte abrazo. Ese día aprendí a valorar las lágrimas de un hombre bueno, lágrimas que volví a verle en el cementerio, cuando me cogió para despedirme de mamá Anita. Me veo en la foto, de hace casi setenta años, al lado de la fosa y del ataúd con la tapa levantada. Le acaricié la cara, le di un beso en la frente y me salí del cementerio.


Cristina Rojas.  La imagen cultural de Ambalema. La calle de la cultura del pueblo tiene ese nombre porque allí está la casa de Cristinita, ese personaje encantador que rescató la Danza de los Leones, organizó la biblioteca pública e inició el Museo de Ambalema.

La conocí cuando desde la biblioteca de la UT lanzamos la idea de capacitar personal para iniciar un proyecto departamental de bibliotecas. ¡Me mandaron fue a estudiar! Fue su respuesta cuando al notarla indispuesta le sugerí irse a descansar y que me entregara después el trabajo asignado.


Traía tres carrozas (lavanderas, tabaqueras y el Muan) para el desfile cuando el Festival Folclórico tenía más de fiesta popular, recorría los desfiles dándole agua y bocados a la delegación. Siempre alegre y amable, solo ternura y cultura.


Así la recordaremos quienes con ella compartimos el amor por la cultura y la fiesta popular. 

Credito
HECTOR MANUEL GALEANO ARBELAEZ

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