Berracundeo: Petrogadas

El recurso de la refundición y la politiquería convierten en evento cultural lo que no pasa de ser una actividad propagandística y comercial.

Eso fue el concierto de Paul Maccartney, actividad en la que el Distrito de Bogotá se tiró una millonada no justificada culturalmente, pilatuna que con justa razón es objeto de investigación.

No sorprende esta nueva metida de escarpines de quien nombró directora del IDU a la edil de Teusaquillo que se opuso a la compra de un piano para la Filarmónica de Bogotá para que después de aprobada tal adquisición convocara a una reunión con la Filarmónica para exigir contraprestación por cumplir con unas funciones por las cuales recibía honorarios del Distrito.

El ciudadano tiene derecho a imaginare el manejo que va a darle este personaje a los multimillonarios contratos en temas en los cuales le sobra ignorancia, para no mencionar lo ético, coco que no preocupa a los del amor por la improvisación.

De modo que no suena raro y sí muy lógico, que salga Petro con la babosada de “No puedo creer que sea motivo de investigación una de las construcciones culturales más poderosas del mundo contemporáneo”.

Con sobrada razón son muchos los que esperan su ofrecimiento de recompensa por la información que haga posible la captura de quienes secuestraron a Ublime y la distribución de tranvías plásticos de juguete para solucionar el problema de la movilidad de lo que cree su reino.

Medio jodido pedirle peras al olmo, esperar que no se siga legislando a favor de la corrupción, acabar con los falsos positivos o dejar de satanizar a defensores de los derechos humanos y a quienes consideran que la salida del conflicto armado debe ser negociada.

Una loca con escopeta de regadera puede ser simpática o graciosa en una fiesta de traquetos, pero no manejando asuntos de Estado, que es lo que estamos viendo por todas partes.

Los cuarteles se siguen instalando en el centro de los pueblos para que sean los civiles los que den protección a los uniformados. El campesino se pudre en la cárcel por una pendejada mientras los grandes delincuentes descansan por cuenta del Estado en sitios de recreo.

Se habla de desarrollar el país comprando armas y abandonando la educación. Se pontifica sobre moral y se sale del capitolio a delinquir y a pedirnos el voto que siempre damos porque nos acostumbramos a la corrupción, no denunciamos, la vida del ser humano nos vale un carajo, destruimos el medio ambiente y el país nos vale un comino. Es la cosecha de lo que sembramos.

ÑAPA: Un alcalde celebra el día del idioma con una función de títeres, pero les paro palo a los titiriteros. Que calificativo merece ese alcalducho? No lo diga, solo piénselo lo y coméntelo.  




Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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