Soñando noches de paz

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Conflicto y posconflicto son palabras con las cuales se trata de designar un embeleco que tiene entretenido a medio país hablando del fin de la guerra, a un grupo craneando la forma de robar con proyectos sobre el cuento, a nombre de lo que sea y para lo que sea y a la gran mayoría resignados a seguir comiendo la misma de siempre.

El país quiere y necesita la paz que no depende únicamente del éxito de las conversaciones o negociaciones de La Habana, que podrían conducir a la desmovilización de los guerrilleros.

Sería un paso, solo uno, para el logro de la paz que además requiere la solución de los problemas sociales que afectan a la mayoría de los colombianos, especialmente a los campesinos, los afros, los indígenas y otras minorías: tierras, injusticia, necesidades básicas insatisfechas, corrupción, comercialización de la salud y de la educación, para citar algunos temas. Qué tal la justicia administrada por magistrados que la venden al mejor postor?

Una solemne pendejada. Solución al problema de tierras con el proyecto de ley 133/14 que entrega a los potentados los baldíos legalmente destinados a proyecto de reforma agraria y convierte a los campesinos en jornaleros de los legalmente despojadores? Una bellaquería propia de quien reclama una dosis de clorovirus, la vacuna contra la estupidez. Reformas a la Constitución y nuevas leyes para favorecer a delincuentes de cuello blanco y carajaditas por el estilo demuestran que las mafias en el poder, están aprovechando lo del conflicto y el posconflicto para fortalecer su poder, sin dejar espacio para la solución de los problemas sociales del país. Es muy positivo que se tengan sobre el tapete la paz, la conciliación y las víctimas, pero debe quedar claro que no todo depende de las conversaciones de La Habana, que no han tenido en cuenta la cultura, elemento fundamental en la realización de proyectos con la comunidad. Poco de entender la importancia del carnaval, la fiesta popular y la música como elementos de integración y de fortalecimiento del tejido social. Bien caería una mirada al nacimiento del Festival Folclórico Colombiano y un intento de dedicar su próxima edición al tema de la paz.

Imagínese una navidad, independiente de sus creencias religiosas y respetando la tradición, con una comunidad unida, armando el pesebre en el que pongan como reyes magos a Manuel Marulanda, Álvaro Uribe y a Juan Manuel Santos y como pastorcitos a Lafouri y Lizarralde, su llave despojadora. Para evitar un posible secuestro del niño se encargaría de la vigilancia al general Alzate. Todos apostando aguinaldos. A la tierrita robada, al yo no lo vi, el muerto está vivo, los maté por medallas, y se jodió por cantar. No pueden faltar los buñuelos. Una taza de harina, una taza de queso rallado, un huevo, una pisquita de levadura, amasar y armarlos sin apretar y a la paila con aceite caliente. Con buñuelo y natilla se entonan los villancicos, antes de poner la música de Buitraguito. Ahí se entiende que la alegría de la fiesta y la cultura son un aporte a la paz.

Recordemos a nuestros viejos con el villancico Noche de Paz:

Noche de paz, noche de amor,

Todo duerme en derredor.

Solo se escucha en pobre portal

De una doncella la voz celestial:

Duerme, mi dulce Jesús,

Duerme, mi dulce Jesús.

Noche de paz, noche de luz,,

Ha nacido Jesús.

Pastorcillos que hoy id a anunciar

No temáis cuando entréis al hogar,

Que ha nacido el amor,

Que ha nacido el amor.

Desde el pesebre del niño Jesús,

La tierra entera se llena de luz

Porque ha nacido Jesús

Entre canciones de amor.

Napa.-Inaceptable, bajo todo punto de vista, las amenazas contra un grupo de periodistas y medios de comunicación, que incluyen a profesores de la UT y a la revista cultural El Salmón. Para ellos mi solidaridad total.

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