Paz y farsa

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La paz es un derecho y un deber. La necesita el país y las negociaciones en La Habana están encaminadas a lograrla. Es un proceso que necesita mucho diálogo para llegar a los acuerdos que pongan punto final al conflicto armado, así se opongan quienes consideran que es necesario continuar sembrando cruces, en recuerdo de los campesinos sacrificados, para satisfacer ambiciones de quienes viven de la injusticia, la exclusión, el despojo y la corrupción.

No se puede olvidar que la tierra fue el origen del conflicto, y sigue siendo el corazón del problema, los causantes de este son los mismos que de él se han beneficiado, utilizando el poder de las armas y la corrupción para escalar posiciones en la política, la economía y en lo social. Ejemplo claro de lo político se tiene en el Congreso y los procesados, fugitivos o encanados del combo uribista. Llegan al Congreso a legislar en beneficio propio y contra los intereses de los más pobres y el medio ambiente. Son los mismos que se oponen a la posibilidad de ingreso al Congreso de reinsertados, como ya ocurrió en tiempo no lejano. Son los mismos que protestan por el fallo de la Corte Suprema de Justica condenando y solicitando investigación a varios miembros de la pandilla quienes dizque únicamente habían cumplido con su deber. Solo les falta un articulito en la Constitución declarando un derecho y un deber el delinquir. En medio del escándalo de corrupción, con Villarraga y Pretelt encabezando la cola, bien cae este respiro de la Corte para demostrar, una vez más, que las personas pasan por las instituciones pero estas permanecen. Luis Camilo Osorio convirtió la Fiscalía en una especie de cuartel paraco e Iguarán llegó a lo mismo, ellos cargan su desprestigio y la Fiscalía sigue. El Ejército y la Policía siguen con vida a pesar de que varios de sus miembros de diferente rango han delinquido. Definitivamente hay que valorar lo actuado por la Corte con la esperanza de que otras instituciones del Estado sigan el ejemplo y destierren el tráfico de influencias, la politiquería y la corrupción.

-*Ñapa- En medio del muladar politiquero del Departamento suena un profesional con trabajo social y líder en la defensa del medio ambiente. Óscar Amauri Ardila a la Asamblea, dicen algunos. Un buen reto: sin partido, sin dinero, pero con ideas en favor de la comunidad.

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