Paz sin politiquería

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Las encuestas tienen puntos para mirar, aunque no coincidan con los que tienen a muchos politiqueros saltando de tienda en tienda politiquera en busca de orientación electorera. El primer punto confirma que la pandilla que se divide, si no se vuelve a juntar, se extermina. Esa lección la tienen aprendida Santos y Uribe y para no extinguirse, dio los primeros pasos el superministro que se puso de ruana una audiencia dentro de una licitación de las basuras en Bogotá, llegando a agredir físicamente a un abogado que representaba intereses diferentes a los suyos, que son los del elefante. Sobra información para recordar los problemas judiciales de uno de los grupos en contienda, su deseo que disminuya la artillería contra sus miembros y la necesidad que tienen de participar, como sea, en el proceso de paz. Que se unen, se unen. Tocaría esperar el costo de esa unión en términos de medidas contra la injusticia, la exclusión, el despojo de tierras, la corrupción, la impunidad, la falta de atención a los problemas sociales, la cultura y el medio ambiente, entre otros. Lo que sí muestran las encuestas es el costo político de negociaciones sin cese bilateral del fuego. Muertos de lado y lado y manejo politiquero de la información, con condena al sadismo mostrado en los últimos días.

Las encuestas reflejan la percepción que tienen los colombianos de la falta de rumbo de un gobierno que habla de favorecer el campo, legislando contra el campesino, pregona lucha contra la corrupción y favorece a los corruptos, dice defender el medio ambiente y privatiza el río Magdalena y le entrega el subsuelo a las multinacionales mineras, el Minsalud ataca con argumentos científicos la fumigación con glifosato y el Mindefensa lo defiende a sombrerazos, dialoga con la insurgencia y la Mineducación armó el despelote para dialogar con los maestros, habla de la independencia de las diferentes ramas del poder y tiene al fiscal de la Farcpolítica haciendo mandados politiqueros, camina como el cangrejo y no se le ve fortaleza en el proceso de paz. Ni para que mencionar el desastroso Plan de Desarrollo contra el medio ambiente, el sector agrario y los más pobres. Echó cenas con la revolcada a los maestros con la ayuda de directivos de Fecode. Al paso que va Santos su favorabilidad termina reptando. Le va a tocar pagar brujos, ir a misas de sanación y rearmar el equipo de ministros y gerentes. Lo cierto es que Colombia necesita la paz y necesita un equipo de gobierno mas dedicado a lograrla que a la politiquería.

Ñapa 1.- Retos de los tolimenses: evitar que su subsuelo se entregue a transnacionales mineras que solo dejan ruinas y combatir la privatización del río Magdalena, cuyas primeras víctimas serán los ribereños.

Ñapa 2.-Colombia necesita “Una Revolución Social Desarmada” (Alfonso Gómez Méndez).

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