Música, maestro ¡¡¡¡¡¡

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Emociona escuchar el Sanjuanero, San Pedro en El Espinal, Vivirás mi Tolima, el Bunde de Nicanor y canta un Pijao. Se siente que espiritualmente el Tolima se lleva pegado a la piel de quienes afortunadamente nacimos y crecimos con la compañía del Muan, el Nevado del Tolima, el Magdalena, el Tiple y el Bambuco, la generosidad de los campesinos en las fondas de los caminos, la chicha, la lechona, el chirrincho, el tamal, el bizcocho de Chenche Asoliao, el viudo de nicuro o bocachico, el plátano paso, el sentido de humor de los planunos y el encanto y amor por la tierra que irradiaba Leonorcita Buenaventura de Valencia.

La música y la fiesta nos dan identidad cultural, fortalecen nuestro sentido de pertenencia y han sido elementos fundamentales para lograr la reconciliación entre los tolimenses en épocas pasadas y lo deben ser en el futuro.

La música y la fiesta merecen y deben ser reconocidas como elementos de integración de la comunidad. Se demostró cuando se inició el rescate del San Juan en Purificación.

Se convirtió en realidad el si está muy verraco con el vecino, llámelo a compartir una totumada de chicha, échense el último madrazo y con los rajaleñeros al lado pónganse a bailar. El mismo ambiente de conciliación se vivió en los municipios más afectados por la violencia durante las fiestas del retorno realizadas a partir del primer Festival Folclórico Colombiano (1959).

El tolimense responde con manifestaciones de alegría cuando escucha su música y en ese goce espiritual recupera amistades y se convierte en gestor de conciliación.

Con tanto aporte de nuestros músicos a la cultura del Departamento, lo menos que se podría esperar es su valoración y estímulo por parte de los entes responsables de la cultura.

Pero la realidad es otra. Dan preferencia a los foráneos, menospreciando a los nuestros que, cuando les va bien, terminan siendo subcontratados por los Toros Mecánicos enredados con carruseles que ningún organismo de control investiga.

Nuestra música, la “Huella dactilar del tolimense” como decía el recordado Jorge Eliécer Barbosa, la que nos saca lagrimas cuando la escuchamos en tierra extraña, es menospreciada por los manipuladores de la cultura de la región y es necesario luchar por su rescate.

Y confiados en que esto pude ser realidad, escuchemos el San Juanero, San Pedro en El Espinal, Vivirás mi Tolima, el Bunde de Nicanor y Canta un Pijao, ojalá en la Coral Ciudad Musical, y después nos damos un abrazo berracamente tolimense.

Comentarios