Repichinga nativa

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Puso sobre el piso un par de maletines, una caja de cartón con un letrero a colores “Capulina” amarrada con cabuya y una grabadora. Inició a caminar alrededor y cuando se acercaron algunos curiosos marcó el círculo con carbón.

Es para que se ubiquen en un buen puesto para que escuchen el menaje que les va a traer buena suerte y les va a cambiar sus vidas. Se agacha, prende la grabadora y cuando comienza a sonar el himno nacional se pone de píe con la mano derecha sobre el corazón y la mirada hacia el arco iris que se veía por los lados del nevado… demostremos con alegría nuestro amor por la patria cantando con alegría nuestro himno.

Primero nuestra patria y luego nuestro ser supremo que sin ser espiritual todo lo puede con el respaldo de unos adoradores del odio, enemigos de la verdad y amigos de la violencia. Para calmar los nervios que producen la incertidumbre y el culillo les traigo las gotas preparadas con esmero por José Obdulio Gaviria, Luis Camilo Osorio, Invercolsa Londoño, Rito Alejo del Río y el general Montoya.

Son coloraditas, pero no son de sangre. Mejor el jarabe para recuperar la memoria que distribuyen Paloma Valencia, Leonidas Oficinas Bustos, Horacio Serpa, Ernesto Samper, la llavecita Montealegre- Perdomo- Springer y los Doce Apóstoles. Para sorpresa de todos les traigo el libro de moda, el más leído en los últimos años “Los secretos para desaparecer dinero sin dejar huellas” cuya autoría es atribuible Luis H. Rodríguez, Salucoop Montealegre, Dragacol Cárdenas, Reficar Echeverry, Roberto Prieto, Otto bulla, Invercola Londoño y el predicador Lucio.

Más tarde les traigo una sorpresa de magia a cargo de las tirantas de Ordóñez, el esmoking de Uribe, el babero de Andresito Pastrana, el cinismo fresco de Humberto Martínez, el mamoleo de Horacio Serpa, el camaloneo de Roy Barreras, el cinismo de Pretelt y de Alberto Rojas Ríos.

Siento que los espíritus me están llegando para ayudarme esta noche que tengo misa de sanación y reparación de virgos averiaos, a lo mejor, cuentan lo del juez Ovalle que el día que no pudo vender justicia quemó el perrito consentido de su barrio, como para asociarlo con los que hicieron del Museo de la UT un trampolín para logros personales y una farsa iniciada con los que se ponen como iniciadores y fundadores, ventiando mentiras como cualquier experto en contratos enmozados con patrimonio cultural.

Con cuidado por favor que de pronto me riegan los polvos de la madre Celestina, que unos pasan por debajo y otros por encima, como la ética que importó Arnulfo cuando llegó a prostituir el periodismo del Tolima. Lo mío son remedios para la salud del país que está en cuidados intensivos, inmerso en la politiquería, la corrupción, el desengaño, la falsificación, la traición, la injusticia social, el fanatismo, la insolidaridad y todo lo que produce el muladar de quienes dirigen el país sin tener en cuenta valores y principios.

Voy a abrir el maletincito de las sorpresas, pero no se hagan ilusiones, que no traigo las cifras para demostrar que si dejaran de robar plata del Estado nos sobraría dinero para pagarle decentemente a los maestros, poner investigadores que no cobren por encubrir, construir vías en tierras olvidadas, mejorar la salud, trabajar seriamente en cultura, fortalecer la educación y hacer obras para promocionar candidatos que asustan.

Nada de responsables de falsos positivos para evitarnos el ruido de sables y una especie de chulavita en marcha. No vamos a vender indulgencias, ni milagros en misas de sanación para no competir con los de Navelena, la privatización del rio Magdalena, los túneles inconclusos, el manual de tiro al blanco de la Gurisaty, la grandilocuencia de quien debería saber quién fue el que le señaló a Gaitán a Roa Sierra, las Memorias de los crímenes encubiertos por Luis Camilo Osorio, la colección de libros sobre el pasado para militar de Uribe.

Claro que no me puedo ir sin divertirlos con Capulina la serpiente venenosa que traigo en la caja de cartón. Un poco de silencio, por favor, para que no se asuste. Suelta la cabuya, abre la caja y con cara de sorpresa mira a su interior…uyyjueputa ¡!! se la robaron!!! Es el país que tenemos. Toca votar por los mismos para que lo acaben de volver mierda.

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