Tertuliando memoria

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Dioses, religiones, templos, predicadores y culebreros los hay para todos los gustos y cada cual es libre de escoger la línea que sea de su agrado. Sus decisiones en estos campos, como en los temas políticos, deben ser respetadas, así las adornen con fanatismo. Sería ideal que no generaran conflictos y que le pusieran límites a la explotación de los ingenuos y que sus abanderados observaran las normas que tanto predican y cuya violación dizque causa condenas.

Los mitos y leyendas han existido en todos los tiempos y todas partes, y son considerados parte del patrimonio cultural inmaterial de las comunidades donde existen y sí han sido vistos. ¿Qué pescador del río Magdalena no ha visto o tenido relación con el Mohán? No le ha dejado tabacos sobre la piedra del charco por él frecuentado, para que les ayude en la pesca o no se lleve las volantonas? ¿Cuántas campesinas no han quedado embelesadas escuchando la quena del Mohán? Son muchos los campesinos que agradecen la protección que a sus montes brindan la Pata Sola y la Madre Monte.

Las brujas continúan persiguiendo a los muchachos que les gustan y embolatándole el camino al campesino que regresa al rancho sobrado de tragos. La Candileja asusta todavía a los alvaradunos y las ánimas trasnochan con sus rezos en muchas zonas del Tolima. El fraile, con o sin cabeza, camina en la oscuridad purgando sus faltas, generalmente relacionadas con faldas, juegos de azar y consumo de chirrincho. El de Purificación ronda el Malecón, en donde quedaban las bodegas y a donde llegaba todas las noches a jugar ‘Pablillo’ con lo de las limosnas, hasta que una noche perdió hasta el hábito y le tocó meterse al monte en calzoncillos. Se perdió y de vez en cuando lo ven por los lados del charco que lleva su nombre.

En Alvarado muchos pescadores no permitían que sus hijos fueran vistos por la bella Madre de Agua, una joven rubia, de cabellera larga que se aparecía peinándose sobre una roca a la orilla del charco en espera del joven a llevar a su palacio.

Estos son solo unos de los personajes mitológicos de la vida cotidiana de nuestros campesinos investigados por sociólogos y antropólogos, y mencionados en sus libros por Misael Devia, Víctor Bedoya, Blanquita Álvarez y el antiguo estanquero e intérprete de la bandola de Ambalema (¿Romero?), además de académicos y plagiadores que honran la delincuencia cultural del Tolima.

La memoria también incluye a personajes populares de los pueblos, que lograron el respeto y cariño que nunca pudo lograr un politiquero de esos que tienen hojas de vida llenas de prontuarios. En Roncesvalles, Chancaca un anciano siempre bien vestido que bendecía a la naturaleza cuando por su lado pasaba una mujer. Solo flores y respeto. La alimentación se la daban gratis en los hoteles y cafeterías. Bueno para llevar razones y encargos. Su cadáver fue velado en el Concejo y al cementerio fue acompañado por las instituciones educativas, las autoridades y la Policía haciendo calle de honor. Mucho pueblo y muchas coronas y 12 salvas en el cementerio. Fotos de Chancaca y sus funerales decoraban varios negocios de la población.

El Girardoteño, además de ser el mejor imitador de Cantinflas, era el capo de la perramenta de Ibagué. Tenía el control absoluto de Planayama, el parque Galarza, Santa Librada y la calle 16, en donde recibió los tiros mortales de un jefe conservador de Anzoátegui. Se le despidió con misa en la Catedral y desfile por la Tercera, cuando solo era para personajes importantes.

Nicanor Velásquez Ortiz pasó sus últimos años como notario de Espinal, con gallos amarrados frente a su oficina y tertulias musicales con amigos. Cuando por su enfermedad fue necesario su traslado a Bogotá, una caravana de espinalunos lo acompañó y con lágrimas vieron como en el puente de Girardot se bajó del carro con sus compañeros, para despedirse de su padre río. Así se despidió el autor de la letra del Bunde, de Río y Pampa y de muchos textos de amor por su tierra.

De Santa Isabel se recuerda a Murreco, el personaje más importante que ha tenido ese municipio, anteriormente conocido como una de las catedrales del partido conservador, con anterioridad a la construcción del metro y el aeropuerto internacional. Cuidaba el jardín de las Llanitos en enseguida del cementerio. Cuando los patos le gritaban que se había vuelto conservador rociaba madrazos, sacaba el machete y todos a correr. De vez en cuando se ponía camisa roja y rabo  e´gallo, salía del jardín y hacia su primera parada en la tienda de los Forero. Arturito, se toma un aguardiente? Claro! Es lo único que le recibo a un hijueputa godo,  respondía y comenzaba a subir hacia la Consistorial en donde lo esperaban varios hombres a caballo, con banderas azules y aguardiente. Y con Murreco al anca se iniciaba la cabalgata con vivas al partido conservador y madrazos a los godos, En los rosarios de mayo, en la plaza principal, el peligro era que murrerco se apareciera en la plaza porque de inmediato se escuchaba el "Murreco está voltiado" y con machete en mano corría atravesándose en la procesión y rezando madrazos que sustituían el rosario.

Otro personaje inolvidable de Santa Chava fue José Jesús Arbeláez, amigo de Murreco, dirigente agrario, agricultor y veedor quien fue asesinado por un sicario pagado por amigos del jefe político de la época, quien era parlamentario. Tal como ocurre ahora. José Jesús era el duro para los inocentes, sin importar su tamaño. El no estaba en el pueblo ese día, pero había planeado que los muchachos simularan un asalto de la chusma que se inició a las 11 de la noche después de quitada la luz de la planta de Roberto Restrepo. A un arrume de trapos y viruta empapados de petróleo, con bombas  y tacos, le prendieron fuego que hizo creer a muchos que habían incendiado la iglesia. Tres patrullas de muchachos recorrieron las calles golpeando paredes, lanzando vivas a jefes chusmeros y toteando papeletas. Medio pueblo amaneció en potreros y en el monte. A las nueve de la mañana estaban detenidos todos los muchachos en el segundo piso de la Consistorial. Al interrogarlos dijeron que ya tenían el listado de concejales que iban a acusar ante el alcalde, por haberlos contratado para el asalto. A los pocos minutos llegaron detenidos los concejales  y el despelote terminó con la libertad para todos y de allí se pasaron al café de Pedro Toro, a tomar costeñita.

A la celebración se pegó Mayayo un mudo que era el mejor herrador de bestias y goterero bien recibido por todos. Fundido Mayayo, fue atendido sobre una mesa de billar, cubierto con una sábana blanca y varias  botellas encendidas al rededor de la mesa .Cuando llegó el alcalde con escribiente, al llamado por un muerto en el café, todos estaban en silencio y sin envase a la vista. Un rato de máquina de escribir y a revisar el cadáver. Levantan la sabana y nada para anotar. Dele la vuelta al cadáver! Y comienzan a girar el cuerpo de Mayayo; este se despierta y comienza a gritar las únicas palabras que sabía decir: paputas!..Paputas!!

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