Cruces y cruces

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

General, le decía un asesor del gobierno, estamos preocupados porque todos los días están matando uno o dos miembros de la Unión Patriótica. La respuesta fue seca. “A ese paso no los vamos a acabar nunca”. El episodio quedó registrado en una notaría de Bogotá.

Lo anterior viene a la memoria por lo que está ocurriendo en el país con líderes sociales vinculados a reclamaciones de tierras, defensores del medio ambiente, o de la sustitución de cultivos ilícitos, que los están asesinando diariamente y no hay ante quien quejarse, o las autoridades responsables de la defensa de la vida de los colombianos, están actuando como lo hicieron frente a los falsos positivos.

Si miramos un poco el pasado no lejano encontramos situaciones medio emparentadas como la guerra contra Villarrica, la masacre de El Neme (Valle de San Juan) y el exterminio de Puerto Saldaña, hechos emblemáticos de la violencia en el Tolima, de obligado estudio para comprobar lo peligroso de las alianzas entre gobernantes y actores de la violencia.

De pronto nos hace falta caer en cuenta que este tipo de arrejuntada se repite con mucha frecuencia en Colombia y pasa inadvertido gracias a la manipulación de la información.

Este trompo en la uña del nuevo presidente tiene que salir de la rayuela, para que se controle la violencia que se aviva con odios, deseos de venganza, plata fácil, tierras, corrupción, impunidad y narcotráfico. Un animal con muchas cabezas y más patas que el cien pies que a veces se entretiene con fiestas, con fútbol o ciclismo, pero que se ha crecido tanto, que se teme mucha deforestación para llenar de cruces los caminos ensangrentados por los asesinos de los líderes sociales.

Curioso, y mucho, que la protesta por estos asesinatos sea masiva en el exterior y en el país casi inexistente. O la gente se acostumbró a los asesinatos diarios o sigue con el miedo a los que defienden sus privilegios a como dé lugar. El desprecio por la vida y la naturaleza nos coge ventaja para abrirle espacio a los rendimientos económicos.

Se talan e incendian bosques por todas partes. Las fuentes hídricas ya no son para el consumo humano, sino para satisfacer necesidades comerciales de empresas no nacionales. La minería ilegal y la coca destruyen la naturaleza sin que le pongan freno. Del periodo en el cual se mataba por el color del trapo o por ser señalado de simpatizante de los comunistas, de ateo o enemigo del gobierno, llegamos al asesinato de líderes sociales, maquillados con cortinas de humo para despistar al público que sigue mudo cruzado de brazos observando cómo se ciega la vida de estos defensores y de la naturaleza.

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