¿Y de la cultura qué?

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

No es difícil saltar de la corrupción a la cultura en una sociedad en la cual sus dirigentes poco se preocupan por los valores, hasta el punto de convertir la corrupción en un elemento de su cultura, de rechazar al intelectual y al científico mientras aplaude y le hace homenajes al corrupto.

Esto explica en parte la poca atención prestada a los resultados de las conferencias, encuentros y reuniones organizadas por la Unesco, entre ellas, la Primera Conferencia Mundial (Viena, 1970), el Encuentro Regional en Bogotá (1981) y la 2ª.Conferencia Intergubernamental (México, 1983). En estos eventos se enfatizó en el carácter espiritual de la cultura, como “El medio universal en el cual se desempeñan nuestras vidas” y la necesidad que esta sea componente importante de los panes de desarrollo.

Un plan de desarrollo que no valora la cultura de la comunidad, no pasa de ser un escrito de escritorio. Mucho del trabajo de la Unesco se ha quedado en el papel, como nuestras normas contra la corrupción, porque nos hemos quedado cortos en reconocer y valorar lo que somos y tenemos. Afortunadamente el Ministerio de Cultura a pesar de sus limitaciones ha desarrollado buena labor en bibliotecas públicas, patrimonio cultural, apoyo a gestores y artistas y capacitación, entre otros. El problema lo tenemos a nivel regional y en la provincia donde encargan de los asuntos culturales a personas que nada entienden del tema y no pasan de ser simples mandaderos de los jefes de turno y a veces de la delincuencia cultural. La fiesta popular perdió su autenticidad para dar espacio a los traquetos y a lo comercial, a los chanchullos con los dineros del Estado y el desprecio de los aportes que exigen controles.

Sobran ejemplos en el Tolima. La Casa Inglesa de Ambalema, la ruta Mutis ignorando el sitio donde se inició, el corredor de Arte Rupestre Purificación –Prado- Dolores-Alpujarra - Falta que quien tergiversó la historia del Museo de UT salga descubriendo que el agua moja-, el Museo de Arte del Tolima, la Banda Sinfónica del Tolima y la Coral Ciudad Musical.

Un gran ejemplo lo constituye el CAM de la Pola, inmueble pagado dos veces por los vecinos y que el municipio, que lo volvió plata de bolsillo, se niega a destinarlo para el gran centro cultural que solicita el sector y merece Ibagué. Por ahí han aparecido pordioseros de votos a prometer ayuda y seguir trasteando sus petates porque la cultura les queda grande.

El representante Ricardo Ferro anuncia un proyecto para convertir a Ibagué en Distrito Especial, cultural y musical. El primero de los parlamentarios que habla del tema. Bueno que socialice el proyecto y se vean los resultados.

Un recuerdo viene como anillo al dedo. La primera demostración nacional sobre la importancia de la cultura en los procesos de pacificación fue el 1º. Festival Folclórico Nacional de Ibagué, nacido en plena violencia partidista, 1959. Un ejemplo de un excelente manejo del conflicto y de lo que pasa cuando la cultura se convierte en elemento indispensable para la sana convivencia de los ciudadanos.

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