Los juyeros

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Se pregonó a los cuatros vientos que el gobierno, los partidos, los uniformados, las iglesias y hasta las jóvenes de la vida alegre de un pueblo pobre que murieron vírgenes, se habían unido para sacar adelante la Ley contra la corrupción. Pusieron al país a soñar en un congreso con gente honesta, así fuera enjalmada, en despachos oficiales sin petates regados en los corredores, sin honores para los que cobraban por el traslado de maestros, sin fiscales divulgando los beneficios del cianuro, sin ministros vendiendo los Bonos Carrasquilla, con la Comisión de Acusaciones despertando todos los procesos que tiene dormidos para no dejar al país sin clase dirigente y esperar que el exfiscal Luis Camilo Osorio confiese sus maromas para favorecer a los paracos y sus patrocinadores.

El temor a la verdad es generalizado. Y no es nuevo. Tienen todo el derecho a defenderse. No es gratuito, por ejemplo, que Uribe patalee de día y de noche. Ejerce su derecho a defenderse. Sabe lo que se le viene pierna arriba si deja de luchar por el poder y ahora monta el cuentico del Estado de Opinión como para entretener los enanitos del cuento que lee el cuasi presidente con la lorita, la paloma y la vaca loca.

La vaina fue que se la hicieron al país con las orejas y se inició el galope hacia una dictadura y camino pavimentado para la impunidad que requieren los que han vivido de la violencia y de los dineros del Estado que, aquí entre nos, son los mismos que montaron el sainete de la operación de entrampamiento contra Santrich, un reinsertado que valía a las Farc menos que lo que Petro significó para el M 19.

Los juyeros se ponen de moda y ya merodean la cultura del Tolima. Descubridores del agua que moja, descubridores de danzas tradicionales conocidas hace más de un siglo, herederos ficticios de bienes espirituales y depositarios de tradiciones de un pueblo al que no han sabido representar ni respetar. Todo por dinero que se llevó la avalancha de Armero. Ni para que mencionar los favorecidos con el voto popular que creen que pueden esconder su ignorancia sobre temas culturales con acticos de medio pelo.

*-.Ñapa.- Para los que creen que la arepa de mute tiene que voltearse más de cien veces antes de quedar asada:

“La guerrilla, aunque muchos se nieguen a reconocerlo, es distinta. Aun cuando recurra al secuestro, a la extorsión y al narcotráfico para financiarse, su naturaleza es esencialmente política. Utiliza medios bandoleriles, pero sus objetivos son políticos, no de enriquecimiento personal. El hecho de que la guerrilla trafique con droga no la convierte en una mafia…” (Alfredo Rangel Suárez, senador Uribista, en columna publicada en El Tiempo el 31 de diciembre de 2004).

BERRACUNDEO

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