Dame y toma

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Las marchas mejoraron cuando le dieron espacio a la cultura como ocurrió en la época más fuerte de la violencia en el Tolima con el Festival Folclórico Colombiano, en 1959. No hubo necesidad de acuerdos ni de refuerzos de seguridad. Simplemente se organizó la fiesta que fue un manto de pétalos sobre un tapete de sangre que cubría nuestra tierra, según un escribidor de la época. Y sin politiqueros farsantes se dio rienda suelta a una reconciliación alegre; una gran demostración de la importancia de la cultura en la vida del ser humano. Algo que no han podido o no han querido entender quienes han utilizado la violencia para forjar su capital económico, político y social y que sufren pensando que el despertar de la gente les puede cortar las alas.

La protesta es un derecho y la obligación del Estado es controlar los actos violentos que la puedan perturbar. Las marchas con manifestaciones culturales y autoridades sin extralimitarse, producen gestos de conciliación que necesita el país. Sobran las locas disparando borrachas escopetas de fisto, metiéndole miedo a quienes están despertando, menospreciando los objetivos de la protesta, creyendo que con babosadas se pude engañar a la juventud que ya está mamada de todas las maniobras de los políticos para perpetuar la corrupción y la impunidad, encabezados por cianurito Martínez, Saludcoop Montealegre, Invercolsa Londoño, Luis Camilo Osorio, el cartel de la toga, Agro ingreso Seguro.

El país ya no aguanta más el saqueo descarado al erario público, el asesinato de los defensores de derechos humanos, el exterminio de indígenas, la falta de salud, la carencia de educación de calidad, la falta de trabajo y la impunidad.

Producen lástima, fastidio y rabia, los funcionarios -paquetes- ineptos que han pasado por el Ministerio de Defensa y el equipo encargado de evitar que el país conozca la verdad. Duque en este tiempo que lleva como presidente ha dado muestras suficientes de que no tiene capacidad para gobernar. No ha sido capaz de integrar un equipo que trace y ejecute con mano firme las políticas públicas que necesita Colombia para progresar.

Sus propuestas no encuentran eco en el Congreso y como si eso fuera poco ha tenido que soportar el “fuego amigo”, de su propio partido, en cuyas filas se ha pedido su renuncia. Y, para rematar, su mentor y guía Uribe, responsable de la debacle, está en el subsuelo por cuenta de la desaprobación que su nombre hoy despierta entre los colombianos. La justicia le perdió el miedo a Uribe y el país se mamó de tantos abusos y es por esto que seguirá marchando.

Las marchas y los paros que hoy estamos viviendo son la reacción más inofensiva frente a los que está ocurriendo. Con razón el columnista del Espectador recientemente afirmó: “Esta es una marcha de gente nueva que no está pidiendo favores, sino abriéndole paso a su futuro”.

Ñapa: Ojalá el gobierno acogiera, de verdad, las propuestas contenidas en el informe de la Comisión Internacional de Sabios, que señala, entre otros, tres ejes fundamentales. El primero llamado “Colombia Bio, le apuesta a un país que reconoce su diversidad biológica y cultural, que aprovecha sus recursos y reduce el impacto ambiental. El segundo es “Colombia Equitativa” y enfatiza en la necesidad de una sociedad con más equidad y bienestar a través de la educación y la salud. Y el tercero “Colombia Productiva y Sostenible”, con desarrollo de nuevas tecnologías y empresas innovadora, que respetan lo social y lo ambiental.

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