América Latina, de vuelta al fracasado Consenso de Washington

David Héctor Galeano

A finales de la década de los 80s, se produjeron cambios sustanciales en el sistema internacional, como consecuencia de la ruptura del bipolarismo imperante por más de cuatro decenios. Triunfaba el capitalismo y la libertad.

Fue la coyuntura perfecta, para imponer en América Latina, una propuesta que desde Gran Bretaña y los EE.UU., venían implementando la “mujer de hierro”, Márgaret Thatcher y Ronald Reagan, respectivamente, denominada como neoliberalismo.

Es claro, que el prefijo neo, no hace alusión a un marco conceptual completamente nuevo, básicamente, se refiere a la construcción teórica que Adam Smith, le propuso al mundo de la economía, hace más de doscientos años y que retomó vigencia ad portas de un nuevo orden global, en el cual, las corporaciones se abrirían paso, sin un ápice de responsabilidad social ni ética empresarial. Lo importante era crecer a como diese lugar.

Es precisamente en ese contexto, que, apuntalados en el Fondo Monetario Internacional, América Latina, recibió la directriz de encauzar su economía hacia ese modelo de “Estado Timonel” que solo se dedicaría a guiar la nave, ya que, en virtud de esa milagrosa propuesta económica, el Estado debía ser garante, no ejecutor. Para eso estaba el sector privado, siempre competitivo y eficiente.

Enmarcados en ese paradigma, toda la región, ingresó a la recta final del siglo XX, con lo cual, se abrió indiscriminadamente el comercio exterior y se privatizaron las empresas del Estado, dos de los icónicos “remedios” de esa infalible receta que formuló el Consenso.

Los resultados fueron desastrosos. Las cifras, hablan por sí solas. En 1990, la Cepal calculó que el 48,4% de la población, se encontraba en el rango de pobreza y el 22,6% de miseria absoluta. Luego de la implementación del neoliberalismo en la región, el porcentaje solo pudo bajar a un 43,9% y 19,3% al 2002, punto de quiebre histórico en la región, debido a los movimientos de protesta y emancipación a las directrices del Fondo Monetario Internacional, iniciados con el ascenso de Hugo Chávez Frías al Palacio de Miraflores y las posteriores juramentaciones presidenciales de Lula, Kirchner, Morales, Correa y Mujica.

En esta nueva etapa, sui géneris en la historia de América Latina, se cambió la receta neoliberal y los resultados fueron excepcionalmente buenos en materia social. En la mitad del tiempo, (2002-2012), los países latinoamericanos, lograron reducir 15 y 8 puntos porcentuales los niveles de pobreza e indigencia, desmoronando incuestionablemente, los paradigmáticos preceptos que surgieron y se posicionaron como el norte de las políticas macroeconómicas en la década del 90.

Hoy, ante un escenario de inobjetable fracaso del gobierno venezolano, la cuestionable destitución de Rousseff, las crecientes voces de denuncia por corrupción a las administraciones de Kirchner, las polémicas posturas del hoy ex presidente Correa y su par boliviano, ya con el sol a las espaldas, pareciera que se requiere inocular nuevamente en la ideología y la economía de la región, el neoliberalismo, como única alternativa para emerger del subdesarrollo.

En Brasil y Argentina ya comenzaron. Las reformas laborales impuestas por Temer, han inspirado a su homólogo argentino; Reducción del poder sindical, flexibilización en las condiciones de contratación y despido, sumado a la ampliación de las posibilidades de tercerización laboral, son algunos de los adefesios que este macabro binomio, están dispuestos a imponer en sus empobrecidas naciones.

Al parecer, luego de un breve descanso en la región, nuevamente se posesionarán gobiernos proclives a las recetas neoliberales, donde seguramente, gente como usted y como yo, adscritos a esta casi extinguida clase media, nos veremos golpeados por el regreso del fracasado neoliberalismo.

Analista Internacional

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