Proteger o explotar es el dilema

David Héctor Galeano

En Colombia, seguimos discutiendo sobre los beneficios o perjuicios de la economía extractivista. Son diversas las voces que, desde el gobierno, apoyan y ven en la minería y en los combustibles fósiles, la única manera de inducir el crecimiento en la economía nacional.

Dentro de los más importantes miembros del gobierno, que apoyan la indiscriminada explotación minero -energética, se destaca el ministro Cárdenas. Su postura es muy clara: extraemos o se derrumba la economía del país. Un análisis simplista, anquilosado en el siglo XIX que solo muestra las dos aristas de un tema inmerso en una multiplicidad de complejidades.

Es incuestionable, que la explotación minera - energética, impulsó el crecimiento de los países latinoamericanos, incluyendo Colombia durante la década pasada. No era para menos. El precio del crudo sobrepasó constantemente la barrera de los 110 dólares el barril, lo que permitió a la región crecer de manera excepcional.

El ministro, quien ha pasado por tantos gobiernos y en diversos cargos, parece olvidar que la lógica económica, muestra una realidad irrefutable: los países incrementan su PIB, en la medida que sus ingresos sean mayores. No obstante, desconoce que el éxito de las economías modernas está en la diversificación de la producción y en la generación de conocimiento.

En ese orden de ideas, mientras mayor dependencia se tenga de la producción extractivista, mayores posibilidades habrá de un estruendoso derrumbe de la economía nacional.

América Latina lo vivió al finalizar la bonanza petrolera, que tanto benefició a Venezuela, Ecuador y Colombia, debido a la profunda reducción de los precios del crudo.

El facilísimo del gobierno actual y los anteriores, se limita a responsabilizar a los ciudadanos por escoger el agua, es decir, la vida y no la minería; lo que, desde la óptica del ministro y sus compañeros de gabinete, desacelerará más la economía.

La pregunta es ¿qué hicieron con el dinero en la época de bonanza petrolera? ¿A dónde fueron a parar los recursos de la indiscriminada explotación minero-energética, que se hizo en la década pasada?

Seguramente no se invirtió diversificando la estructura productiva del país, ni mucho menos en conocimiento.

En la actual coyuntura, se evidencia la urgente necesidad de transformar la visión de la administración del Estado. Pasar del constante parroquialismo medieval en el cual hemos estado inmersos, al espectro de la posmodernidad. Dejando atrás el nefasto extractivismo y avanzando hacia las industrias limpias y del conocimiento. Solo así, podremos salir del terrible abismo de la miseria en la cual caímos desde los inicios de nuestra historia.

@hgaleanodavid

Analista Internacional

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