Brasil y Colombia: una agenda pendiente

David Héctor Galeano

La visita del presidente Juan Manuel Santos a Brasil, se convierte en uno de los actos más importantes, en materia de política exterior, en las postrimerías de su segundo mandato.

Cabe recordar, que la primera visita al exterior como mandatario de los colombianos, la hizo a Brasilia, enmarcada en dos grandes propósitos. Por una parte, reconstruir las relaciones con la región. Y por otra, reforzar los lazos con el país, posicionado en 2010 como la sexta potencia económica del planeta.

Luego de la terminación de los dos mandatos del expresidente Uribe Vélez, la tensión con los vecinos, era evidente. Además de la ruptura con Ecuador, debido a la Operación Fénix, se sumó la tensión con Brasil como consecuencia del acuerdo militar suscrito con los Estados Unidos, que le permitiría a los norteamericanos, el uso de siete bases militares, en territorio nacional.

Lamentablemente, los crasos desaciertos de Uribe, parecieron cortar de tajo los acercamientos con Lula, luego de esas quince reuniones presidenciales, que entre otros logros, produjo la firma y ratificación del Acuerdo de Complementación Económica 059, que impulsó de manera interesante el comercio binacional.

Las cifras hablan por sí solas. Entre 2005 y 2015, el comercio binacional, se incrementó en un 700%, sumado a que las inversiones brasileñas se multiplicaron en los sectores energético, minero, metalmecánico y astilleros. Además, recíprocamente, los colombianos invirtieron en suelo brasileño en temas energéticos y en la industria azucarera.

No obstante que la balanza comercial es deficitaria para nuestro país, el mercado brasileño presenta diversas oportunidades para los exportadores colombianos. El tamaño, capacidad adquisitiva y el PIB, erigen a Brasil, como uno de los más tentadores destinos comerciales de la región.

Sin duda, el tema económico-comercial es relevante, pero no el único que nos une con nuestro gigante vecino. La mayor parte de nuestros linderos fronterizos se prolongan en la Amazonía, lo que debe llevar a la convergencia de políticas públicas, encaminadas a garantizar su conservación y seguridad.

Sería imperdonable, olvidar que las potencias han propugnado por “internacionalizar” a la Amazonía, pretensión que llevaría a una coadministración de los recursos naturales, arrebatando a nuestros países el activo más importante.

Además, la presencia del crimen transnacional es inobjetable, lo que convierte a la frontera binacional en una zona porosa, en la cual el flujo de estupefacientes, tráfico de armas y especies silvestres, requieren de esfuerzos conjuntos para su contención y castigo.

Por último, la precariedad socio-económica de las dos poblaciones “gemelas”, Tabatinga y Leticia, deben conminar a los gobiernos de Bogotá y Brasilia a sumar esfuerzos, mediante los cuales se apunte a mejorar sustancialmente las condiciones de vida de sus habitantes.

En conclusión, las tareas pendientes entre los dos gobiernos no dan espera. Ojalá, a diferencia del anterior presidente, Juan Manuel Santos, cierre su gestión internacional, estrechando los lazos con un país, que representa una gran oportunidad para nuestros intereses.

Analista Internacional

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