Colombia, país sin memoria

David Héctor Galeano

Sin duda el proceso electoral, ha logrado sacar lo peor de los colombianos. El odio, la xenofobia, el racismo, los extremismos religiosos y la calumnia, se posicionaron como las estrategias más sobresalientes de la derecha.

No es difícil comprender, porque JJ Rendón, ese nefasto personaje que diseña un marketing político al mejor estilo de Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, convirtió a Colombia en su centro de operaciones. La bajeza de la campaña ha trasegado por los epítetos más oscuros y siniestros. Desde el Castrochavismo, la “venezolanización”, la ideología de género y el fanatismo religioso, han creado el imaginario colectivo que los derechos a la educación, la salud y la igualdad, son perversas muestras de subversión comunista que deben ser sofocados.

No obstante, si algo se le debe “abonar” a la campaña de la extrema derecha, es la creación de un espejismo que ha llevado al colombiano a considerarse superior al resto del planeta. La punta de lanza de su retrógrada propaganda, reza de manera constante “no seremos una segunda Venezuela”, con lo cual, borra de tajo una historia de vergüenza, cuyos protagonistas principales han sido los propios creadores de esa publicidad xenófoba.

Ese mágico pincel del uribismo, ha logrado pintar un nuevo retrato de la realidad nacional. Hizo olvidar que somos una nación con más de 250 mil muertos, producto del conflicto interno. Además que el mundo entero nos ha mirado con desprecio, por el flagelo del narcotráfico, la guerrilla, el paramilitarismo y la corrupción. Esta campaña, igual que la escopolamina, produjo una amnesia colectiva ante hechos irrefutables de nuestra historia. El país del “Sagrado Corazón”, parece haber olvidado que durante los ocho años de Uribe, el Congreso que lo apoyó se compuso por más de un 40% de representantes del paramilitarismo, o que en cada rincón de la tierra, nos conocen como el país de los “falsos positivos”. También desconocen que solo en 2018, van más de 80 líderes sociales asesinados y que por desnutrición, un número indeterminado de niños Wayuú han muerto, en un territorio donde la riqueza del carbón, solo llega a los foráneos, porque precisamente ese gobierno de Uribe, les robó de manera inhumana la poca agua que tenían.

Paradójicamente, el país está preocupado por las elecciones en Venezuela. Por supuesto que fueron ilegítimas. No obstante, esa maldita corrupción tiene a Colombia a las puertas de una tragedia que haría palidecer el poder de la naturaleza en el destruido Armero. Hoy no es la furia del entorno. Es el inmisericorde accionar de los corruptos, que por buscar enriquecerse con el erario público, tiene en vilo a los pueblos ribereños del río Cauca. Y nuevamente, como en un verdadero déjà vu, aparecen los mismos nombres en la fatídica historia de Hidroituango. En sus manos está, heredar a sus descendientes; Hidroituangos, Reficar, Saludcoop y Odebrecht. Solo por un momento recuerde que los responsables podrían ser elegidos nuevamente el domingo.

@hgaleanodavid

Analista Internacional

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