Ignorancia, como sirves e inspiras a los políticos

David Héctor Galeano

Donald Trump, logró llegar a la Casa Blanca, culpando a los musulmanes y latinoamericanos de todos los problemas de la sociedad norteamericana. Igualmente, Marine Le Pen, alcanzó más del 30% de los votos, basando su discurso en una xenofobia y racismo radicales, que para fortuna de los franceses y del mundo en general, fueron vencidos por el hoy presidente Macron.

En Brasil, el candidato con mayor opción después de Lula, es Jair Bolsonaro, miembro de la extrema derecha brasileña quien afirma sin vergüenza que “el único error de la dictadura fue haber torturado y no matado”, haciendo referencia a los opositores del régimen militar dictatorial, que durante veintiún años, violó sistemáticamente los Derechos Humanos.

Los tres están conectados por un vaso comunicante, el miedo. Un miedo a lo diferente, al que piensa y se expresa distinto. Un miedo que tiene el claro objetivo, de obtener la preferencia electoral de aquellos que sin recato, desprecian lo que no comprenden.

Aunque parezca absurdo, en EE.UU., votaron por Trump, descendientes de latinoamericanos, en Francia hijos de africanos y seguramente en Brasil, muchas mujeres votarán por Bolsonaro, no obstante, que las desprecia, especialmente a aquellas que dejan de trabajar por “culpa” del embarazo.

Colombia, el quinto país más ignorante del planeta y el tercero en el ranking de inequidad, no podía ser la excepción. La extrema derecha, ha construido un pobrísimo discurso, cimentado entre el fantasma del Castro-Chavismo y el ateísmo comunista.

Sin conocer la diferencia entre socialismo, capitalismo y el Estado de Bienestar, los fieles seguidores de Uribe, solo saben repetir “no seremos una segunda Venezuela”. Y aunque parezca un cuento macondiano, esa frase xenófoba y discriminatoria, se convirtió en la oración de los seguidores del “gran colombiano”. Se burlan de aquellos que hablan de educación gratuita, como si en Alemania, Francia, Holanda entre muchos, no la tuviesen, sin ser socialistas ni aspirar a convertirse en ese fallido modelo.

El otro caballo de batalla de la actual campaña, se basa en la absurda discriminación religiosa. Con perplejidad, tuve el infortunio de ver a un grupo de jóvenes del Caribe, hablando de satanismo al referirse a todos los candidatos menos a Duque. Desde su punto de vista, las propuestas en salud, educación y especialmente la paz, son “del diablo”. Su descomunal ignorancia, los lleva a desconocer que luego de la Revolución Francesa, todos los seres humanos somos iguales ante la ley y que la iglesia y el Estado, deben estar separados por una infranqueable línea.

Sin duda, la eficaz estrategia, produce una amnesia en los votantes colombianos que no le permite recordar que el “diablo” está entre nosotros y que ese “Castrochavismo” ha estado inmerso en nuestra sociedad por décadas. Son palpables y evidentes. Los carteles de pañales, del cemento, de la hemofilia y el azucarero, por citar solo algunos, son claros ejemplos. Por último, recuerde que Hidroituango no será ni castigo de Dios, ni producto del desgreño socialista. Será resultado de una podrida corrupción en la cual están metidos hasta el cuello, los mismos que hoy apoyan a Iván Duque y que en su momento gobernaron Antioquia y posteriormente el país.

Analista Internacional

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