No es izquierda ni derecha: es moral, ética y honestidad

David Héctor Galeano

Sin vergüenza alguna, el actual alcalde Bogotá y el presidente colombiano, llegaron a sus cargos por elección popular mintiendo a su electorado en relación con su formación académica. Así mismo, el “joven e innovador” candidato Duque –el Macron/Trudeau latinoamericano según algunos- conquistó a un inocente electorado, esgrimiendo una recia postura en contra del incremento a los impuestos, el impulso a la economía naranja y un ferviente rechazo al fracking.

El No, ganó en el plebiscito por la paz para evitar que la “ideología de género” se apoderara de las escuelas y salvarnos del perverso “castro-chavismo” que tenía en Juan Manuel Santos a su principal exponente.

Trump ganó las elecciones cimentando en un discurso de odio a los “mexicanos” – todo lo que está por debajo del Rio Grande-, señalándonos de “violadores y asesinos”.

Recientemente, Bolsonaro triunfó en las elecciones presidenciales de la cuarta democracia más grande del planeta, posicionándose como el “Mesías” que evitaría que el país de la samba y el fútbol, se convirtiera en otra Venezuela. Adicionalmente, enarboló con orgullo su desprecio a las mujeres, afros y población Lgbti.

La cereza del pastel la colocó Trump ante una posible derrota en las elecciones del domingo pasado, acudiendo magistralmente al argumento de la “venezolanización” del país, impulsando con ello, a una caterva de ignorantes irracionales a contener una invasión de hambrientos y desarmados seres que solo reflejan el supremo desprecio que la humanidad siente por los más vulnerables.

De contextos diferentes y de orígenes políticos distintos, los protagonistas de esta dramática historia de terror político, tienen un común denominador: la mentira fundamentada en un desprecio absoluto a la moral, la ética y una carencia inconmensurable de argumentos que den sustento a su plataforma política.

La realidad es que ni Peñalosa tenía un doctorado, ni el presidente una maestría en Harvard y mucho menos Brasil, Colombia y los EE.UU. se convertirán en otra Venezuela. Lo evidente, es que en Colombia se impondrá una reforma tributaria tan regresiva que retrocederá en los pocos avances que el segundo país más inequitativo de América Latina había realizado. Que ingresaremos en una manera suicida de crecimiento económico, basada en la aniquilación de los recursos naturales, especialmente el agua en búsqueda de un maldito petrolero incrustado en las piedras. Que EE.UU., ha retrocedido décadas mediante el impulso de industrias “sucias” con el propósito de generar empleos.

Por último, que en el planeta la humanidad por cuenta de esa “derecha”, entendió que el desprecio a los más pobres, minorías y angosticos da infinitos réditos políticos.

La democracia como modelo inició su declive global, no por cuenta de la derecha o la izquierda, solo como conducencia de las mentiras y carencia total de honestidad de nuestros líderes.

Analista internacional

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