Hidroituango: la ruta perfecta del orgullo a la soberbia

David Héctor Galeano

El país ve inmutable la peor tragedia ambiental de toda su historia. Una catástrofe que dejará secuelas por décadas y que pudo ser evitada, con solo escuchar las voces de expertos y de una comunidad que fue acallada a sangre y fuego.

Bajo la excusa del desarrollo, las Empresas Públicas de Medellín, emprendieron un proyecto bajo la égida de una autonomía e independencia, solo concebida a la luz de un Estado soberano. Con su arbitrario accionar, dejó de lado consideraciones económicas, ambientales y sociales que por medio de su unilateral decisión podría acarrear a los habitantes localizados en la ribera del río Cauca, segunda corriente fluvial del país y principal afluente del Magdalena.

Con el cierre de las compuertas, no solo se suspendió el cauce de un río construido durante siglos por la naturaleza, que ayudó a generar una sumatoria de sinergias con las centenarias poblaciones que erigieron su acervo cultural e idiosincrático en torno a sus aguas. La EPM, en su afán de lucro y egoísmo empresarial, abandonó toda premisa moral y ética al emprender un megaproyecto priorizando sus intereses, actuando en calidad de “nación soberana e independiente” y no una parte de Colombia.

Hidroituango no es un evento aislado, es solo un ejemplo más del obtuso centralismo y ese permanente desprecio a la esencia Caribe. Su origen, se encuentra desde los inicios mismos del estado-nación. Surgió con la separación de la Gran Colombia en 1831 y se afianzó con la perversa Constitución Política de 1886, promulgada en el gobierno de Núñez, mejor conocido como “La regeneración”.

La hegemonía conservadora y una obstinada centralización, marcará el devenir del país a lo largo del siglo XX. Se perdió a Panamá y con ello, esa proyección natural que el país tenía hacia el Gran Caribe, enmarcando el crecimiento y desarrollo al centro del país. Un siglo después, el poder andino pretende continuar igual. Hidroituango es una evidencia irrefutable. El proyecto fue planeado y ejecutado, en beneficio de la EPM y Antioquia, no obstante que se usufructuó el segundo río del país, no exclusivo de ese departamento.

Hidroituango puede ser la Espada de Damocles para el Caribe y especialmente Barranquilla, como epicentro del desarrollo regional. La disminución del caudal del río Magdalena es sustancial, lo que a corto plazo podrá afectar la navegabilidad y con ello, los proyectos que como ciudad y región se han planteado a largo plazo.

El futuro de la región Caribe está cimentado en el río y el mar, se hace urgente que la clase política, reaccione enérgicamente y sienten su voz de protesta ante un proyecto que nació cobijado por el paradigmático orgullo paisa de lo cual hoy solo queda una catastrófica soberbia.

@hgaleanodavid

Analista Internacional

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