La marcha por la vida

Mario García Isaza

“Dios ha confiado a los hombres la misión de conservar la vida… desde su concepción ha de ser salvaguardada con máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables” (Vaticano II, G. et S., 51). El que mata y quienes colaboran con él cometen un pecado que clama venganza al cielo… la vida humana debe ser respetada y protegida desde el momento de la concepción… una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio…” (Catecismo de la Iglesia, 2258, 2270, 2276).

Es la doctrina de la Iglesia católica en relación con la vida del hombre, con su dignidad, con los crímenes que, como el secuestro, el homicidio, el aborto, la eutanasia, infringen gravemente la ley de Dios y desconocen el primero y fundamental derecho del ser humano: el del respeto a su vida.

Vivimos en Colombia y en el mundo, envueltos en la cultura de la muerte; criminales monstruosos sembraron la muerte por años y años, convirtieron muchas vidas en objeto de infame compraventa, anegaron en sangre de hermanos la patria; y sus cabecillas ven prohijados sus delitos con la impunidad total y premiados con prebendas de toda índole. Peor: el Estado, -léase el Gobierno- que existe para proteger la vida y los derechos de los ciudadanos, actúa desde hace años como un estado asesino; organismos que de él dependen, -las cortes, el Parlamento, el Ministerio de Salud, Profamilia- se arrogan el poder de establecer quién tiene derecho a vivir y quién debe morir. Un siniestro Fiscal General, (el anterior, señor Montealegre) presenta un proyecto de ley para legalizar el aborto en cualquier fase del periodo de gestación, y el Congreso no se apresura a rechazar y hundir semejante infamia; la Corte constitucional le ordena al Ministro de Salud, y éste corre servilmente a obedecerle, que reglamente la eutanasia ¡El asesinato! De niños y adolescentes enfermos; Profamilia actúa como una innegable agencia de abortos. ¡Infanticidios! No les quitan, no, su carácter de asesinato a estas acciones los eufemismos con que se enmascaran: interrupción voluntaria del embarazo… derecho de la mujer a su cuerpo… muerte digna… piedad sanitaria… todo eso no es sino cálculo hipócrita para no llamar las cosas por su nombre.

Frente a esta avalancha homicida, estamos convocados para el 5 de mayo, a una gran ‘Marcha por la vida’. Se trata de salir a gritar con nuestra presencia y nuestra voz: ¡No al aborto! ¡No a la eutanasia! ¡No a quienes promueven la muerte y la disfrazan con nombres sibilinos! ¡No a los proyectos que desfiguran la familia como fuente del amor fecundo y de la vida! ¡No, en las próximas elecciones, a los candidatos que admiten estos atentados contra la ley de Dios! ¡ Sí al Dios de la vida! ¡Sí a este derecho primario de todo ser humano desde el momento de su concepción, y cualesquiera sean las condiciones de su existencia! Que este grito sea tan clamoroso, y esta marcha tan multitudinaria, que a nadie le quede duda de nuestra posición enhiesta y paladina; los tolimenses y los colombianos decimos: ¡Los promotores de la muerte no pasarán!

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