Intolerancia sin fronteras

Laura Gil es una colombiana nacida en Uruguay. Esta politóloga e internacionalista llegó al país en 1993, buscando conocer la tierra de origen de su esposo. Pero le ocurrió lo que a muchos extranjeros: se enamoró de Colombia y comenzó a trabajar por esta nación. Y aquí también nació su hijo.

Obtuvo la nacionalidad colombiana y desde su columna en el diario El Tiempo trabajó por entender la realidad nacional y explicar la posición del país frente a la comunidad internacional. Pero ahora Laura se tiene que ir, porque no aguanta más que este país la siga criticando por el simple hecho de ser extranjera.

“Como internacionalista que soy, siempre creí que la geografía se impone. En los últimos días, he sentido que la geografía se impone sobre mí. Por más cédula colombiana que porte en mi billetera, nunca seré más que una uruguaya por fuera de su país. Amo a Colombia. Pero no aguanto más”, escribió el pasado jueves en su cuenta de twitter, @Lauraggils.

“Nunca me sentí muy uruguaya, pero este país me ha dejado claro que me equivoqué. Hice una apuesta de vida por Colombia y por mi hijo. Siempre quise que mi hijo viviera su colombianidad con orgullo. Pero no se puede (…). Hasta aquí llegué. Quienes han querido sacarme del país han ganado. El año nuevo no amanecerá con nosotros aquí”.

Y finalmente, Laura se despide diciendo: “El dolor tan grande no es por mí. Es por mi hijo, a quien enseñé a sentir orgullo de este gran país que es Colombia”.

Duele. Duele que este país siga teniendo a la intolerancia como una de sus características esenciales. Tenemos que cargar afuera con el estigma de país violento y adentro somos violentos con quienes vienen de afuera.

Es difícil creer que aún exista discriminación por el origen, en un mundo que cada vez tiene menos fronteras. Ya no se es ciudadano de ningún lugar; se es parte de muchos lugares. Se nace en un lugar, se estudia en otro, se forma familia con personas de otros orígenes. Pero no sólo me refiero al tema de las nacionalidades. También es ridículo que todavía al interior del país se hable de las personas de otras regiones como si fueran extraterrestres que no pertenecen al planeta que habitamos.

Me da pena por Laura, pero más pena me da por nosotros mismos.

Credito
DIANA GIRALDO

Comentarios