Farc: ¿Acciones pre-diálogo o radicalización?

El 17 de marzo de 2012 se recordará como una de las fechas más tristes de la historia reciente del Tolima. Nueve de sus hijos menores fueron brutalmente asesinados por la guerrilla de las Farc en una emboscada en un corregimiento de Arauquita, Arauca.

Más allá de la rabia y el dolor que produce la muerte de personas jóvenes, más aún cuando se produce en el marco de una guerra absurda, es preciso analizar qué hay detrás de esta nueva ofensiva militar de las Farc y la enérgica respuesta del Gobierno nacional, que ya ha cobrado la vida alrededor de 70 guerrilleros entre Arauca y Meta. Todo esto, en menos de 15 días.

Resulta paradójico que este recrudecimiento militar del conflicto se presente ad portas de un hecho de paz: La liberación de 10 militares y policías secuestrados por las Farc.


La pregunta que surge entonces es ¿Qué buscan las Farc con sus acciones bélicas? Se pueden considerar dos hipótesis: La primera, que estén interesadas en iniciar diálogos con el Gobierno para la búsqueda de un cese de hostilidades, y la segunda, que quieran demostrar que están fuertes y pueden sostener el conflicto durante mucho tiempo más, esperando a que el Gobierno ceda y conceda prebendas más generosas en el caso de una desmovilización hacia el futuro.


Porque está claro que las Farc no llegarán al poder por la vía armada. El Gobierno, la sociedad y las Farc lo saben.


De acuerdo con la primera hipótesis, sería evidente que las Farc quieren llegar pisando fuerte a una posible mesa de diálogo con el garrote en una mano y la zanahoria en la otra para discutir su agenda política y social.


Esto ya sucedió con pésimos resultados en el Caguán durante el gobierno de Pastrana. El Presidente Santos ha sido enfático en señalar que así no habrá negociaciones para el cese de hostilidades.


Por lo tanto, las Farc estarían utilizando la estrategia equivocada si creen que así disuadirán al Gobierno para que llame al diálogo.


Tan flagrante es su equivocación, que el resultado empírico es que ya perdieron a casi 70 de sus miembros en sólo dos acciones militares. Si por el contrario, las Farc quieren insistir en la vía armada para mantener su estructura delincuencial ligada al narcotráfico a gran escala por un tiempo indefinido, estas acciones criminales de su parte sí encuentran una explicación lógica y coherente con la degradación de sus principios ideológicos.


Así el panorama, parece que la paz en Colombia sigue siendo un anhelo inalcanzable y no un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento como reza el artículo 22 de nuestra Constitución. Cada vez que se abre una ventanita para la paz, por allí se asoma un fusil.


* Director y Docente de Tiempo Completo del Programa de Ciencia Política de la Universidad de Ibagué.

Credito
ANDRÉS FELIPE GIRALDO LÓPEZ *

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