El terrorismo:¿para qué?

El terrorismo en Colombia apunta a satisfacer intereses netamente económicos. Se disfraza de arma de guerra en el contexto de un conflicto armado, pero no es más que un puñal en el cuello de un atracado.

Ibagué fue abruptamente despertada el fin de semana pasado. Dos bombas estallaron en vehículos de servicio público, uno intermunicipal en la Terminal de Transportes y otro en una ruta de la ciudad. Ocho personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad. Una joven sufrió quemaduras en el 30 por ciento de su superficie corporal, principalmente en su rostro.

Los atentados no iban dirigidos a quienes finalmente terminaron siendo afectados físicamente. Este es el sello del terrorismo: no discrimina a sus víctimas. El terrorismo, como bien lo indica su nombre, sólo busca infundir terror entre la ciudadanía para que alguien honesto le ceda a otro alguien corrupto algo que le interesa. El terrorismo subyace en mares de oscuridad y, como un monstruo mitológico, sólo sale a la superficie para arrasar a los navegantes desprevenidos que no ven venir la ola que los hunde.

El terrorismo persigue intereses mezquinos. En Colombia no está determinado por fanatismos religiosos o nacionalistas como en Afganistán o Irak. El terrorismo en Colombia apunta a satisfacer intereses netamente económicos. Se disfraza de arma de guerra en el contexto de un conflicto armado, pero no es más que un puñal en el cuello de un atracado.

El terrorismo en Colombia no es ideológico. No es una forma de lucha que se combina con otras para alcanzar el poder. Al menos no resulta funcional en este sentido. Porque si algo logra el terrorismo es que la sociedad civil cierre filas para rechazarlo. Es el enemigo común de la civilización y el mejor amigo de la barbarie. El terrorismo une a los ricos con los pobres, a los militares y policías con los ciudadanos comunes, a todos los estamentos deliberantes de una sociedad democrática.

Colombia no es un país perfecto. Por el contrario, es un país lleno de problemas: desigualdad social, pobreza, desempleo, concentración de la tierra y la riqueza, violencia y cor­rupción, entre muchos otros. Estos son males que han perdurado con la historia misma de la Patria. Pero el terrorismo no contribuye en nada a mejorar la sociedad. Es una eterna cortina de humo de los verdaderos y profundos problemas de la Patria. Mientras los titulares de la prensa se colman de actos terroristas dispersos por todo el territorio nacional, se diluyen los análisis serios y consistentes sobre la inequidad política, social y económica que aqueja al país.

El terrorismo no sirve para nada que le sea útil a la sociedad. No reivindica los derechos de un pueblo oprimido, porque es contra ese pueblo que se ensaña. Es el pueblo el que se transporta en servicio público. El terrorismo es una fábrica continua de dolor inocente. Es la cara quemada de una mujer joven que ahora llora por cuenta del descaro de unos terroristas que no dimensionan el daño que hacen.

* Director y Docente de Tiempo Completo del Programa de Ciencia Política de la Universidad de Ibagué.

Credito
ANDRÉS FELIPE GIRALDO LÓPEZ *

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