Roba, pero hace

Frase maligna que algunas personas repiten, dejando la moral pública por el suelo, y justificando al actual latrocinio de bienes que son y seguirán siendo públicos, es decir, de todos los habitantes.

Especialmente los más pobres y atrasados serán las víctimas de este singular modo de ver las cosas, que busca excusar el latrocinio; no importa, si simultáneamente con el abuso criminal muestra alguna realización, que ha representado otro crimen o abuso con los mismos bienes, en mayor cuantía, y los mismos fatales procedimientos.


Alarma esta manera de ver tan graves hechos, porque será el sendero para reputar tales abusos en el plano de la conformidad, de la aceptación, mirando, tal vez, lo que debe corregirse como irremediable. El Estado no es medio de lucrarse sino de servir. Para esa finalidad se instituyó y no hay razón alguna que pueda alegarse para aceptarlo de otra manera.

Son delincuentes quienes utilicen el patrimonio público para enriquecerse y para negociar, porque es un acto delictivo en lo legal, injusto con el pueblo que elige, deformador de las acciones propias de la autoridad, y encaminado a empeorar la situación social.

La gente se desespera de sufrir obras incompletas, mal ejecutadas o innecesarias, que no sirven a los fines anunciados, que nada solucionan debido a la perturbadora conducta de quienes obran para medro personal. Contratos fallidos, sobreprecios acordados, descarados y sin sanción, comisiones escondidas que buscan aceptación de muchos, compras de votos que representan inversiones recuperables: todo está confluyendo a una dictadura que habrá de venir para corregir los efectos de medio Congreso encarcelado, con legislaciones inanes incumplidas y burladas descaradamente.

Hay Procuraduría, Fiscalía y Contraloría, cuyas facultades han de fortalecerse en medio de este caos, que va llevando a la conformidad pública cuando se llega a decir escandalosamente “roba, pero hace”, terrible frase.

Cambiar la corrupción por todos los medios a nuestro alcance, es cuestión de salud pública; asfixiante situación que se acrecentó con la elección popular de alcaldes y remuneración de concejales que, de cargos honoríficos pasaron a ser modos de vivir, que surgieron como bien intencionados instrumentos democráticos, pero han resultado fatales en la diaria práctica.

Si no somos capaces de corregir tan grave flagelo, vendrá la dictadura, que será antidemocrática y dejará luego las cosas en peores condiciones sociales y políticas.

Credito
ALFONSO GÓMEZ GÓMEZ

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