Venezuela: el buen manejo diplomático

En una verdadera “encrucijada” ha colocado el ex candidato Capriles al presidente JUAN MANUEL SANTOS. Las relaciones con Venezuela, tan importantes para los intereses colombianos, han sufrido altibajos desde la era Chávez.

Durante el gobierno de Álvaro Uribe, cuya personalidad es muy similar a la del extinto mandatario venezolano, pasaban con facilidad del amor al odio.   Un día el mandatario de los Venezolanos insultaba al de los colombianos, con las peores injurias  y utilizando contra el  ofensivos epítetos. 

Otro, Chávez era recibido en Hatogrande como huésped de honor e  intercambiaban elogios. Incluso el Presidente Uribe involucró a Chávez como mediador para conseguir la liberación de políticos, militares y policías secuestrados por las Farc. Sin que se supiera exactamente las razones, sin previo aviso Uribe “destituyó” a Chávez de su papel de mediador lo que llevó las relaciones al mayor grado de pugnacidad.

Contra todo pronostico, elegido el Presidente Santos -quien como Ministro de Defensa había tenido serios enfrentamientos  con el “Comandante Chávez”-  se dio un giro sustancial en las relaciones hasta el punto de convertir al líder de la revolución bolivariana en el “nuevo mejor amigo” del mandatario de los colombianos, lo que al lado de otros factores agrió -casi sin remedio- las relaciones Uribe Santos.

Ahora, el candidato opositor al Presidente Maduro ha colocado en serios aprietos diplomáticos a nuestro Presidente. No era fácil para el primer mandatario negarse a recibir  a un líder  que aparte de ser gobernador de un Estado, tiene el respaldo de un sector muy  importante del pueblo venezolano. 

La reacción era previsible. El gobierno  vecino a hecho saber que este episodio deteriora seriamente las relaciones bilaterales, y que incluso puede  afectar su posición de país facilitador de las conversaciones en la Habana con la guerrilla  de las FARC. 

Planteada así la situación no era posible que  el Gobierno Santos saliera indemne. Evidentemente, es absolutamente desproporcionada la reacción de la cancillería Venezolana. Ha dado pie para que “trinen” en Colombia poderosos opositores al proceso de paz. No era necesario “amenazar” con retirar el respaldo al proceso, ni poner en juego el buen momento de las relaciones entre los dos países.

La Canciller  María Ángela Holguín, ha dado muestra de su pericia diplomática y no ha mordido el anzuelo de la provocación. Ha dicho que no va a utilizar la diplomacia de los micrófonos y que va a hacer uso de los canales habituales para  afrontar y resolver el “impase”. No cabía otra salida. 

Es muy posible que en unos cuantos días el gobierno Venezolano “madure” o module su primitiva reacción y entienda que un Jefe de Estado no puede negarse a recibir a un  protagonistas político de otra Nación, pues ello implicaría una intromisión indebida en sus asuntos internos, regla que es norma de oro en la diplomacia.

No se deben desandar los pasos ya dados con mucha dificultad en el camino de la normalización de las relaciones después de la crispación durante el gobierno anterior. La diplomacia  es también un ejercicio no sólo de audacia, sino ante todo de paciencia.

Credito
ALFONSO GÓMEZ MÉNDEZ

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