Lecciones de un crimen atroz

Muchas cosas han quedado al descubierto a raíz del asesinato del agente de la DEA, James Terry Watson, en pleno parque de la 93 de Bogotá a manos de unos desalmados criminales que acabaron con su vida a cuchilladas, aparentemente por robarlo.

Muchas cosas han quedado al descubierto a raíz del asesinato del agente de la DEA, James Terry Watson, en pleno parque de la 93 de Bogotá a manos de unos desalmados criminales que acabaron con su vida a cuchilladas, aparentemente por robarlo. 

Esos asesinos pusieron a circular otra vez y para mal, el nombre de Colombia en la prensa internacional. La última vez que se habían ocupado de nosotros con intensidad fue a propósito del escándalo sexual protagonizado por agentes encargados de la seguridad del presidente Obama, en Cartagena.

Un hecho de esa naturaleza puede pasar en cualquier parte del mundo. Recuerdo que con mi maestro Alfonso Reyes Echandía, fuimos testigos de un atraco en el metro de París, muy cerca de la estación del Arco del Triunfo. Sin embargo, este episodio muestra que todavía no hemos logrado resolver plenamente el tema de la seguridad ciudadana en Bogotá.

En nuestro país la delincuencia común causa más muertes que las originadas en el conflicto armado. La policía ha avanzado mucho, y naturalmente no son noticias los múltiples crímenes que se han evitado, por ejemplo con el plan cuadrante. Por tratarse de un caso sensible que involucraba a un agente de la DEA, el asunto fue noticia de manera inmediata y el propio Presidente de la República dio las instrucciones para que se esclareciera lo antes posible. Y así fue. 

En pocas horas los presuntos autores estaban a buen recaudo judicial. Un éxito sin duda de las autoridades policiales y judiciales, todo parece indicar que con la ayuda de agentes americanos. Pero como lo ha exigido el propio Jefe del Estado a la Policía, todos quisiéramos que esa misma oportuna eficiencia se diera cuando inermes compatriotas son víctimas del mismo delito, por un celular, unos tenis, o unos cuantos pesos que se retiran de un cajero. No puede dejarse esa sensación de diferencia de tratamiento de acuerdo con la nacionalidad o la importancia de la víctima. Es lo mismo que pasa con el discutible sistema de las recompensas, cuyo valor fluctúa de acuerdo con la calidad social, económica, política o estratégica del afectado. No puede haber categoría entre las víctimas.También se ha planteado que en razón de la nacionalidad del agente de la DEA los autores deben ser extraditados a los EE.UU. 

La extradición no debería proceder en este caso. El delito fue cometido integralmente en Colombia y nuestras autoridades tienen la obligación de castigar severamente a sus autores (la pena puede llegar a sesenta años de prisión), respetando el debido proceso. 

La nacionalidad del ofendido puede determinar competencia cuando la justicia del país donde se cometió el delito no quiere o no puede actuar. Es un tema de soberanía nacional. Con el argumento que se quiere plantear, Colombia podría entonces solicitar la extradición de españoles o americanos que en sus respectivos territorios han asesinado a compatriotas nuestros como lo informan los medios recientemente.

Debemos primero darle la oportunidad a nuestros fiscales y jueces, que le demuestren al país y al mundo que ésta es una Nación, donde el delito no paga y sus autores, como en cualquier sociedad civilizada son sancionados ejemplarmente.

Credito
ALFONSO GÓMEZ MÉNDEZ Exfiscal General de la Nación

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