La fuerza del voto en blanco

El voto en blanco constituyó en el pasado debate electoral, una tercera fuerza electoral en el Tolima, si tenemos en cuenta la votación registrada para candidatos a la Gobernación, en la cual el ganador Luis Carlos Delgado obtuvo 243 mil 712 votos, seguido por Caicedo con 174 mil 579 y luego por el voto en blanco con 50 mil (para ser más precisos con 49 mil 992).

Más que una fuerza típica electoral, este voto en blanco de los tolimenses, constituye una corriente de opinión independiente de movimientos o partidos y sin dueños o voceros legítimos de ningún tipo: expresa el surgimiento, aún pequeño (el 10.09 por ciento) del voto de opinión departamental, tan importante y trascendental en la consolidación de la democracia regional.

La presencia del voto en blanco para la Alcaldía de Ibagué, también es de importancia: 13 mil 652 votos no se encuentran por ahí perdidos a la vuelta de cualquier esquina de la capital musical. Son votos pensados, conscientes, cualificados. Pero sin lugar a dudas, la presencia del voto en blanco a nivel nacional fue una de las grandes revelaciones políticas en la historia electoral de Colombia. 

Podemos concluir, que el voto en blanco nació verdaderamente en el pasado proceso electoral: acaba de nacer. Y, surgió como el derecho constitucional -consagrado en el artículo 258 de la Carta- que antes no había sido dimensionado en su integridad, voto mediante el cual el elector manifiesta de manera expresa no encontrarse representado ni expresado por los candidatos existentes, en un determinado debate electoral. 

Ha quedado en claro, que el voto en blanco no se suma al del ganador, y sobre todo, que si logra ser mayoritario obliga a la realización de un nuevo debate con candidatos diferentes a los que jugaron en dicha oportunidad.

Dos muy buenos precedentes existen en este sentido. Por una parte, lo ocurrido en relación con los votos para el Concejo de Bogotá, donde el voto en blanco alcanzó la espectacular cifra de 194 mil 929 (el 16 por ciento), superior a la de los candidatos con mayor votación. 

Y lo acaecido en Bello, donde el voto en blanco fue el ganador y como consecuencia de ello tendrá que realizarse una nueva elección para Alcalde en diciembre de este año. 

Y, obvio, el ejemplo del Tolima también es aleccionador: 50 mil tolimenses, que no tragan entero como diría el paisano y cofrade Palacio Rudas, son un punto de referencia bastante serio para un  mandatario regional, -y también al Alcalde de Ibagué- en el sentido de contar, de entrada, con esa cantidad de ojos vigilantes, en evidente actitud democrática de control político.

En este despertar del voto serio, consciente, responsable, a través del voto en blanco, el Tolima también ha contado. Afortunadamente, para la democracia regional. Algo es algo.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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