Echandía vive

Camilo González Pacheco

“La vida ha sido sumamente generosa para mi; tan generosa que me ha permitido llevar con desenfado, sin pesadumbre, el lujo exquisito de ser pobre. Soy un verdadero empleado público que entró pobre al Ministerio para salir más pobre de él”.

La anterior frase, constituye sin lugar a dudas, una de las más trascendentales del Maestro Darío Echandía, no sólo como ejemplo de vida, sino de enseñanza para la actividad política y electoral en Colombia, y sobre todo en el Tolima su tierra natal, donde la política se convirtió hace varias décadas en una empresa mucho más rentable que cualquier otra comercial, agraria o industrial.

A su sombra –hablamos de la política electoral- unos pocos se han enriquecido en pocos años, inmensamente– así como está escrito “inmensamente”- y aún dominan con su poder económico mal habido, buena parte de la política presente y del cercano futuro en la región. Además, con su negocio, acrecentaron escandalosamente el costo de participar sanamente en debates electorales regionales.

Por estos lares, -contrario a lo enseñado por Echandía- la política se ha convertido en algunas vergonzosas oportunidades, en puente de enriquecimiento rápido –digamos “exprés” – para una minoría de avispados empresarios mutados en jefes políticos, que buscan la victoria electoral para luego repartir –con muy buena coima para ellos- entre sus socios los más jugosos contratos estatales; otras veces para moldear los POT -con sus mayorías en las corporaciones- en su exclusivo interés personal; o esperar agazapados, la bancarrota que ellos mismos han propiciado de empresas públicas para arrebatarlas en la quiebra y llevarlas a sus activos personales con ganancias mensuales millonarias cobrando servicios públicos a la comunidad.

Echandía, predijo este oscuro panorama, al concluir que la política que fue noble vocación terminó, “en un degenerado oficio vulgar de ganapanes”. Y fue más concreto y acertado aún, cuando también avizoró que, “los muñidores electorales, arrasarán con todo vestigio de dignidad en los partidos. Es un vicio invasor contra el cual es indispensable combatir. Es la misma raíz del clientelismo”.

De ahí, la importancia de rescatar el legado de honestidad en el ejercicio de la política aportado por el ex - Presidente de Colombia y Ex Gobernador del Tolima, Darío Echandía. Por ello, la Casa Museo Darío Echandìa Olaya que hoy se instala en Chaparral, en esfuerzo cultural de enorme significado histórico realizado por la Cámara de Comercio del Sur Oriente del Tolima y la Universidad de Ibagué, fuera de resaltar las virtudes del insigne chaparraluno, debe considerarse en armonía con la vida y obra del homenajeado, un monumento contra la politiquería, la corrupción y el clientelismo, que tanto daño han hecho a Colombia y al Tolima.

Y obvio, un símbolo esperanzador frente a la paz, -lugar donde debería firmarse como ha sido propuesto por ilustres tolimenses- el Acuerdo exitoso, resultante del proceso de paz adelantado actualmente en La Habana. Echandía vive como un reto para alcanzar la paz y el desarrollo integral en Colombia.

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