Primero la vida

Camilo González Pacheco

Quizá impactado favorablemente por la multitudinaria manifestación del Gobierno, francés que logró movilizar un millón 500 mil personas en París, incluidos 47 jefes de Estado, cantando la Marsellesa en rechazo a los ataques terroristas que se iniciaron contra el Semanario satírico Charlie Hebdo y que en tres días dejaron 17 muertos, el profesor Antanas Mockus ha propuesto -consecuente con su pensamiento de siempre en relación con el valor sagrado de la vida- una marcha por la defensa de la vida el próximo 4 de febrero, como afirmación nacional de unidad frente a este trascendental asunto de adquirir conciencia sobre la importancia de no matar. El evento no está diseñado para apoyar el proceso de paz que se adelanta en La Habana, valga la pena la aclaración.

De entrada, resulta casi imposible, por lo reciente e impactante y sobre todo por la defensa de derechos fundamentales, no asociar la movilización francesa con la propuesta colombiana, o mejor, mockusiana. Y su comparación resulta por demás interesante desde el punto de vista del peso de las realidades nacionales, o sea, el drama que padece Europa frente al terrorismo y el reto de Colombia por alcanzar el respeto al derecho a la vida, que tiene mucho que ver ¡y de qué manera! con el derecho del pueblo colombiano a disfrutar de una paz cierta, real y duradera.

Aunque parezca extraño, Colombia padece en materia de vigencia y disfrute de derechos fundamentales, un problema más delicado y agudo que el de Europa: aquí y ahora lo primordial es la defensa del derecho a la vida, como acertadamente lo plantea Mockus. En Francia y en toda Europa el énfasis radica, como lo han sostenido el presidente François Hollande y el primer Ministro Manuel Valls, en la defensa del derecho a la libertad de expresión tras cuyo manto se atentó contra el derecho a la vida.

Es decir, Francia -aunque parezca tonto registrarlo- ha avanzado mucho más en conquistas democráticas que nuestra nación. Por ello el centro del debate en estas horas de luto gira también alrededor del goce efectivo del derecho a la libertad de expresión que permita la vigencia plena del humor y la sátira, hasta del discurso obsceno, racista o xenófobo, asuntos que por acá ni nos tocan, y además que no se ejercen con incidencia masiva. Obvio, que también constituyen objetivos fundamentales de defensa la República, la cultura, la creación, el pluralismo y la democracia.

En Colombia los líderes sociales, sindicales, agrarios y defensores de derechos humanos siguen siendo objetivo de fuerzas oscuras que continúan asesinándolos a lo largo y ancho de la geografía nacional. Varios de los más importantes líderes de la izquierda democrática y de oposición fueron recientemente amenazados de muerte. La impunidad en relación con crímenes de lesa humanidad persiste.

O sea, en Colombia lo prioritario sigue siendo la defensa del derecho a la vida. Mockus tiene la razón. Primero lo primero: en Dinamarca o en Cundinamarca.

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