Canto a la verdad

Camilo González Pacheco

Desde América Latina ha sido lanzado al mundo un sonoro canto -el de Odebrecht- a la verdad, frente al fenómeno de corrupción internacional. Delincuentes de talla continental -y de cuello blanco en sus respectivas naciones- para bien de la democracia, están unos capturados, otros huyendo y muchos: temblando. El canto ha surgido, de Brasil, sin ritmo de Samba ni de Bossa Nova, interpretado por un coro de más de 77 ejecutivos brasileños, que han logrado sacar a las calles a miles de ciudadanos coreando en contra de la corrupción en Argentina, México y Panamá, con mayor poder de movilización que la legendaria y hermosa “Garota de Ipanema”.

Bajo la sombra de esas denuncias, caen mitos, se desploman estadistas con sus propios pedestales, y por estos lares, se descubre el entramado de corrupción inherente a la estructura de poder en Colombia, construido sobre la politiquería y el clientelismo, y sus tentáculos llegan -¡quién lo creyera!- hasta la serena Capital Musical de Colombia, donde supuestamente -según noticias de última hora- Odebrecht buscaba negociar en Ibagué la construcción del acueducto complementario, en sociedad con importantes personajes de la farándula política regional. Los de siempre.

Por acá, -en el Tolima e Ibagué- en ese canto a la verdad, y sones afines, sólo requerimos de un tenor y un barítono. No más sino dos. Y ya están que cantan. Es más, al final, uno sólo, que cante con nuestros propios ritmos: bambuco, guabina, pasillo o la famosa caña de Cantalicio, obvio, sin cañar. Ese cantor, -que no haría bailar sino temblar a la región- se inmortalizaría, para bien de la democracia y el desarrollo integral del Tolima. Pasaría a la historia regional, como un ciudadano que con la verdad reparó en buena medida, en el ámbito institucional y político, un inmenso daño físico y deportivo causado a Ibagué, y de seguro, aportaría bastante en conocer -son los mismos- lo atinente a la propuesta para que Odebrecht viniera a robar también aquí, en nuestra casa.

Necesitamos, con urgencia, que se prenda el ventilador regional, frente al tema de la corrupción. Si alguno -ojalá dos- de los culpables del descalabro de los Juegos Deportivos Nacionales en Ibagué canta, el Tolima vivirá -para bien de la democracia y la dignidad regional- un fenómeno parecido al que Odebrecht está desatando en el orden de América Latina: sacar del closet de la corrupción a personajes que hasta hoy están pontificando como abanderados de la moralidad pública y el desarrollo en nuestra región.

Los potenciales cantores lo saben todo. Han estado actuando en esos paseos en las últimas décadas de la historia tolimense. Ojalá canten... y pronto.

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