Blanco y negro

Camilo González Pacheco

La cambiante situación política en Colombia y el mundo, no se puede observar y analizar sólo en blanco y negro, porque se corre el riesgo de no percibir el arco iris de colores, que acompaña a los creativos, y a veces impredecibles acontecimientos particulares. Y las decisiones, que se tomen, podrían ser políticamente incorrectas. Sobre todo, desde la izquierda democrática colombiana, tan inteligente, culta, pero a veces tan inmensamente marginal.

Obama, por ejemplo, no fue un Presidente socialista sino la primera autoridad de la poderosa e imperialista potencia gringa, pero en sana lógica, desde la óptica estratégica y de largo plazo del humanismo, la paz y la democracia, no se puede afirmar correctamente, que Obama es igual a Trump. Existe, aunque sea bastante sutil, un inmenso trecho entre las cosmovisión del uno y del otro.

Otro tanto, ocurre ya a nivel parroquial con el Presidente Santos. ¿Que Santos es oligarca, neoliberal, clientelista?. Claro que sí, pero en blanco y negro. No obstante, el real variopinto de la política colombiana, nos muestra que el color blanco de la paz, otorga a Santos, un valor agregado armónico estratégicamente con democracia y humanismo, que son ejes importantes del pensamiento democrático a nivel nacional, continental y universal. Por ello, Uribe y Santos, que defienden el mismo modelo neoliberal, en blanco y negro, serían la misma cosa. Pero, bajo el arco iris de los colores presentes de la política nacional, así a respetables sectores de la izquierda no les guste, y muchos de ellos tengan que tragarse con abnegación esos sapos: Uribe no es igual a Santos.

Un respetable sector de la izquierda nacional, participó en el pasado debate para elección de Presidente de la República, sosteniendo en blanco y negro, que Uribe era igual a Santos. Afortunadamente, otro sector de esa franja apoyó a Santos, bajo el arco iris de la realidad presente, y logró el triunfo del actual mandatario, y por consiguiente del proceso de paz.

Ahora bien, observando esa realidad y analizándola en blanco y negro o en variopinto, respondamos objetivamente este interrogante: ¿ el país sería el mismo si hubiese ganado Zuluaga?. En economía, puede que si. Pero, ¿ frente a paz y democracia?.

De nuevo, la óptica con que miremos nuestro cercano futuro electoral, empezando por las elecciones presidenciales del año entrante, podrá aportar al país avances o retrocesos en estos temas. O sea, que el país y sobre todo la izquierda democrática, tendrá que observar de nuevo la realidad política nacional, bien en blanco o negro, o bajo las luces del arco iris de la política nacional: con los ojos en la nuca, o de frente, hacia el futuro.

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