Odio y paz

Camilo González Pacheco

De nuevo, varios analistas de política nacional sostienen que el tema de la corrupción, será en las próximas elecciones, el asunto central en dicho debate. Se equivocan. Reiteramos que la paz constituirá el eje de la discusión y confrontación de las propuestas presidenciales.

La corrupción no polariza, la paz sí. Y un debate sin polarización, no da réditos en votos. Álvaro Uribe y su CD, y Claudia López, para citar un hipotético ejemplo, con facilidad pueden llegar a acuerdos en propuestas a seguir para combatir eficazmente la corrupción. Pero, no de propuestas para avanzar en apoyo al proceso de paz que actualmente se adelanta con las Farc. Y menos aún, en respaldo al presidente Santos en estos menesteres de pacificación nacional.

En recientes debates electorales, se ha demostrado que una inmensa franja de opinión nacional se mueve más por prejuicios y pasiones que por convicciones: votan “emberracados” y no por ideas y programas. En este sentido, la corrupción emberraca menos, que recordar hechos de violencia de las Farc, con los cuales enlutaron la nación, por varias décadas y hasta hace pocos años. Uribe cabalga victorioso, sobre ese dolor y rabia de miles de colombianos contra la organización armada, hoy en constructivo y alentador proceso de desmovilización y paz.

En ese contexto, los enemigos de la paz, no permiten que la ciudadanía observe más allá de los actos condenables de violencia, cometidos por las Farc, y por eso piden, con un apoyo de importante franja de opinión, cárcel para los delincuentes, y nada de prerrogativas políticas ni sociales favorables a la reinserción de los guerrilleros. La paz, se asimila a la condena de los insurgentes.

La polarización se presentará entonces, para ponerlo en instancias color rosa, entre odio y paz, con un agravante comprobado en este terreno en estos últimos tiempos: el odio es electoralmente más rentable que la paz, por ser, un asunto en esencia pasional.

La argumentación de la derecha para condenar el proceso de paz, es fácil y sencilla; no necesita mayor esfuerzo. La difícil, es la de explicar que la paz, está ligada más con el futuro que con el pasado.

De ahí, la necesidad de saber enviar el mensaje, por parte de los abanderados de la paz, para superar el odio y la violencia, que tantos males han causado históricamente a Colombia, y que como siempre, se ensaña con los más vulnerables. La paz es más rentable que el odio.

Amanecerá y veremos.

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