Más allá del odio y el miedo

Camilo González Pacheco

Colombia padece y padecerá por estos tiempos electorales, un peligrosísimo diálogo de sordos, alrededor de los temas fundamentales para el cercano futuro nacional. Los radicalizados interlocutores discuten sobre asuntos trascendentales, en especial de paz y desarrollo, sin precisar la esencia de lo enunciado.

Una de esas estrategias argumentativas utilizadas para estos efectos electorales se denomina “argumento ad hominem”, utilizado para sustentar la falsedad de una tesis, no por el contenido de ella, sino a partir de desacreditar a la persona quien la emitió, y por ahí derecho a proferir insultos contra ella.

Por ello, no se va al fondo de la discusión, es decir, a la fuerza y veracidad del argumento, que debería ser lo correcto, democráticamente hablando.

El tema de la paz, sí que da para estos fines. Hace pocos días, el vicepresidente, General (r) Óscar Naranjo, en entrevista ampliamente difundida, realizó serios análisis sobre el proceso de paz con las Farc, y se refirió a los cuestionamientos que reiteradamente ha realizado el Centro Democrático sobre dicho acuerdo.

La respuesta del Centro Democrático, para nada tocó la argumentación expresada por el vicepresidente. En su lugar, se refirió con altanería “ad hominem”, calificándolo entre otros términos: de politiquero, defensor de la impunidad de terroristas, descalificador de la oposición democrática, y de actuar simplemente correspondiendo al pago por su nombramiento.

Sin embargo, no confrontaron la tesis principal aducida por el General Naranjo en cuanto a la diferencia esencial en torno al proceso de paz, entre el Gobierno de Santos y el Centro Democrático. Sostuvo el vicepresidente: “La diferencia de fondo es esta: el presidente Uribe y el Centro Democrático no reconocieron y no reconocen hoy la existencia del conflicto armado en el país”.

Obvio, que si el Centro Democrático, no admitía la existencia de un conflicto armado interno, pues la única salida viable era la derrota militar del grupo armado. El Gobierno de Santos y las Farc sostuvieron la premisa contraria: la existencia del conflicto armado. La anterior, constituía la tesis planteada por el General Naranjo, y que fue respondida con una falacia, al mejor estilo, “ad hominem”.

Lo interesante, de aquí para adelante, frente a los próximos debates electorales, estaría en cambiar el estilo de argumentación, o sea, discutir sobre planteamientos esenciales relacionados con el Estado y la Sociedad, más allá del rabioso ataque personal y de la insana implementación del odio y el miedo como estrategia electoral. Por ahí podremos observar, quien tiene propuestas serias de cambio para Colombia. Y algo más insólito: comprobar que, frente al Modelo de Desarrollo, no funciona la estrategia “ad hominem” utilizada por los radicales opositores al proceso de paz.

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